Esta semana, las niñas de Afganistán deberían estar empezando otro año de la escuela secundaria llenas de esperanza y sueños. Pero desde el año pasado, no se permite a las niñas asistir a clases entre Grados 6 a 12. Nosotros apelamos a las autoridades de facto a abrir las escuelas a niñas en todos los niveles, así como las universidades.

El negar una educación secundaria y el acceso a la universidad es manifiestamente discriminatorio, profundamente doloroso para las niñas y mujeres, además de para sus familias y comunidades, así como extremadamente perjudicial para el conjunto del país.

La decisión de denegar a las niñas y mujeres su derecho a la educación las expone a violencia, pobreza y explotación. Limitar las facultades de la mitad de la población de Afganistán es contraproducente e injusto. La discriminación estructural de este tipo es también muy perjudicial para las expectativas del país para su futura recuperación y desarrollo.

La educación es un derecho humano fundamental. Como Estado Parte del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención para la eliminación de la discriminación contra la mujer, Afganistán está obligado a garantizar que todo el mundo cuenta con acceso a una educación.

Las autoridades de facto se han comprometido a que permitirán que todas las mujeres y niñas puedan asistir al colegio. Nuestra Oficina les apela a que cumplan con su promesa, sin dilación alguna.