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Statements Office of the High Commissioner for Human Rights

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10 December 1998

MENSAJE DE LA ALTA COMISIONADA PARA LOS DERECHOS HUMANOS,
CON MOTIVO DEL INICIO DEL AÑO DEL 50 ANIVERSARIO DE LA
DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
10 de diciembre de 1997
"Envío este mensaje desde África, donde me hallo de visita en Uganda, Rwanda y Sudáfrica, tres países de una región azotada por grandes sufrimientos y donde el pleno disfrute de los derechos humanos sigue exigiendo una lucha constante.
Un aspecto esperanzador es que ahora se realizan esfuerzos en toda la región, con apoyo de la comunidad internacional, para afrontar los errores pasados, responder a los retos presentes y preparar el terreno para un futuro mejor.
Los problemas que se me han expuesto en estos últimos días se han dado también en otras regiones del mundo: violencia asesina y violaciones, tensiones étnicas, discriminación, desigualdad de oportunidades económicas, el legado de regímenes abusivos, la pobreza omnipresente y la denegación de los derechos fundamentales de la mujer. El carácter corriente de estos atropellos nos devuelve a la realidad y hace recordar que no existen razones para la autocomplacencia o la satisfacción.
Teniendo esto presente, exhorto a hacer del Día de los Derechos Humanos una ocasión de reafirmar nuestro decidido empeño de trabajar por el cambio y demostrar que los principios de la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración Universal de Derechos Humanos no son algo teórico o abstracto. Hay que darles efectividad práctica y poder medir los resultados por el aumento del bienestar de las personas de todo el mundo.
Este Día de los Derechos Humanos es el inicio del examen, a lo largo de un año, de la Declaración y Programa de Acción de Viena, un período en que el sistema de las Naciones Unidas y todos los gobiernos evalúan seriamente sus éxitos y deficiencias a la hora de honorar las solemnes obligaciones contraídas en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, de 1993. Espero con interés este año de examen que culminará en el Cincuentenario de la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Debe ser un año de deliberación y debate sobre la vigencia permanente de las normas internacionales de derechos humanos en el sistema internacional, en las administraciones nacionales y en las actividades de la sociedad civil.
Los deberes en materia de derechos humanos son dinámicos -evolucionan con los nuevos conocimientos y sensibilidades. Yo alentaría en especial un debate decidido sobre los derechos económicos, sociales y culturales y el derecho al desarrollo de manera que permita comprender mejor la forma en que estos derechos humanos pueden hacerse efectivos en los programas internacionales y nacionales.
Como Alta Comisionada para los Derechos Humanos, me da energía el hecho de formar parte de una extensa comunidad dedicada a esos derechos, que abarca a organizaciones e individuos en los que están representadas todas las culturas, tradiciones y formaciones. La Declaración Universal es el manantial, la inspiración en nuestros desvelos y el patrón por el que medimos nuestros logros.
Mi Oficina tiene por misión trabajar en apoyo de todos aquellos que, en su labor, han tomado como guía la Declaración Universal de Derechos Humanos y sus líneas iniciales: "considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana".