Los niños son el centro de la celebración del 30º aniversario de la Convención sobre los derechos del niño
03 octubre 2019
Los niños tienen derechos humanos y las activistas de esos derechos, María, Serena y Zeyrel, se han unido al Comité de los Derechos del Niño para confirmar su adhesión a los principios intemporales proclamados hace 30 años por los redactores de la Convención sobre los derechos del niño: empoderar a los niños para que puedan exigir esos derechos.
“Decidí convertirme en defensora de derechos humanos porque vi las consecuencias que la vulneración de esos derechos ejerce sobre las personas que las padecen. Vi cómo afectaba a su crecimiento, su desarrollo en tanto que seres humanos, y comprendí hasta qué punto mi participación podría contribuir a mejorar sus vidas”, afirma Zeyrel.
La joven tenía 13 años de edad cuando comenzó a defender los derechos de la infancia. En la actualidad, con 17 años, Zeyrel es la ex presidenta de la Federación de los Niños en su localidad natal de Filipinas y la representa en el proceso de elaboración de un Plan Nacional de Acción para la Infancia. Su esperanza es alcanzar buenos resultados, “no para mi beneficio personal, sino para ayudar a que los demás también tengan éxito”. Con respecto a su comunidad, su sueño es que pueda vivir segura en un medio rural desarrollado, en el que logre preservar su propia cultura.
Hace 30 años, la Convención reconoció que los niños –todos los seres humanos menores de 18 años de edad—eran personas por derecho propio y además eran titulares de derechos no negociables. La Convención proclama que los niños tienen derecho a ser tratados con dignidad y respeto; deben recibir cuidados, desarrollarse y formar parte de sus comunidades; tienen derecho a la educación, a expresar sus propias ideas y opiniones, a acceder a la información y a participar en la toma de decisiones sobre los asuntos que les atañen; tienen derecho a que se les proteja de todas las formas de violencia; no deben ser objeto de discriminación, dondequiera que estén y cualesquiera sean su origen étnico o social, propiedad, discapacidad, nacimiento u otras condiciones.
Los adultos deben escuchar las opiniones de los niños
“Los niños son seres humanos y si sus derechos no se respetan adecuadamente, eso quiere decir que no son humanos. Merecen que se les escuche, siempre, y deberíamos hacerlo, porque los niños son importantes”, dice Serena, que durante los últimos 12 meses ha sido miembro de la Red de Derechos Humanos de los Niños de Amnistía Internacional en el Reino Unido.
A sus 17 años, Serena es una dinámica activista en materia de cambio climático, colabora con la Red Estudiantil por el Clima del Reino Unido y cree que la inactividad en asuntos climáticos es una violación de los derechos de los niños, incluso de su derecho a la vida, la salud y el disfrute de un medio ambiente saludable, así como de un nivel de vida adecuado y el interés superior del niño.
“Las opiniones de los niños siempre son importantes, tanto si se les presa atención como si no. Hoy en día, los adultos se ven obligados a prestarles más atención”, añade.
“Es preciso que los líderes mundiales adopten medidas en relación con lo que piden los niños, porque los gobiernos están perjudicando al mundo. En el futuro, los niños tendrán que enfrentarse a las consecuencias del cambio climático, de modo que debemos escuchar hoy sus opiniones. Un mecanismo que podría facilitar este diálogo es el Tercer Protocolo Facultativo de la Convención sobre los derechos del niño, relativo al procedimiento de comunicaciones”, señala Serena. “Si los Estados no lo han ratificado todavía, es urgente que lo hagan, de modo que los niños puedan presentar denuncias ante un tribunal internacional y lograr que se imparta justicia ante las violaciones de sus derechos humanos”.
Casi todos los gobiernos, excepto el de Estados Unidos, han ratificado la Convención y se han comprometido a respetar, proteger y promover los derechos estipulados en este documento. Con 196 ratificaciones, la Convención es el tratado de derechos humanos más universalmente aceptado de la historia.
Treinta años después de su aprobación, la Convención sigue siendo el marco de trabajo universal primordial para la defensa de los derechos de todos los niños. Sobre la base de los principios proclamados en la Convención, los Estados han adoptado leyes y medidas políticas encaminadas a reducir la pobreza infantil y reforzar la supervivencia de los niños. En este periodo, la mortalidad de los párvulos menores de cinco años, la pobreza extrema y el número de matrimonios precoces han declinado, mientras que ha aumentado el número de niños escolarizados.
No obstante, aún persisten lagunas considerables: los niños siguen padeciendo de manera desproporcionada los efectos de la pobreza y la marginación social, y están privados de las mismas oportunidades y de acceso a servicios esenciales, en particular las niñas, los menores con discapacidad y los niños que están en situaciones de desventaja o vulnerabilidad.
Un compromiso con el futuro de la infancia
“Los niños constituyen el sector más desatendido y vulnerable de nuestra sociedad y necesitan un trato y una protección especial por parte de las personas de su entorno, de modo que puedan hacer realidad todo su potencial”, añade Zeyrel. “Dad a los niños la oportunidad de expresarse. Los niños pueden contribuir a forjar la nación; ellos podrían ser los Presidentes y Senadores del porvenir, los próximos legisladores. Por eso deberían recibir formación sobre la manera de participar en la sociedad”.
El 30º aniversario de la Convención brinda a todo el mundo la oportunidad de adherirse a los esfuerzos orientados a proteger los derechos de los niños. El Comité de los Derechos del Niño, el órgano de las Naciones Unidas que supervisa el cumplimiento de las cláusulas de la Convención por parte de los Estados, y la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, han exhortado a los Estados y a todos los interesados a que renueven su compromiso con la promoción y protección de los derechos del niño. Varios Estados se han comprometido a aplicar medidas específicas y mensurables para hacer realidad los derechos de los niños.
“Creo firmemente que nosotros, los niños, encarnamos el futuro, que somos el presente y el ahora, y que creamos el cambio con nuestras propias manos”, declara María, una estudiante de 17 años de edad de Metepec (México). María trabaja con niños pequeños en un movimiento llamado CONFETI y milita en la Red Nacional de Niños y Adolescentes contra la Violencia, en colaboración con el UNICEF y MUKIRA, una organización de su país que trata de mejorar la calidad de vida de los jóvenes y las mujeres, así como su acceso a la justicia. María también imparte un curso sobre el Protocolo Facultativo de la Convención relativo a la participación de niños en los conflictos armados. Su proyecto vital es estudiar Medicina, para poder ayudar a la mayor cantidad posible de niños.
“Invito a todos los dirigentes del mundo, a todos los niños y a todos los padres a que se unan a nosotros. Tal vez sus hijos no estén en situaciones en las que sus derechos se vean amenazados, pero ustedes pueden proteger los derechos de quienes sí están en peligro”, exhorta María.
Este aniversario nos recuerda que los niños deberían recibir oportunidades de participación significativas. Tal como proclamó la Convención hace 30 años, las opiniones de los niños son importantes y deberíamos escucharlos, en el marco familiar, en los colegios, en sus comunidades e incluso en los procedimientos judiciales y administrativos que les atañen.
3 de octubre de 2019