Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Grupo de expertos del CDH constituido entre periodos de sesiones: El Alto Comisionado exige respeto a los derechos de migrantes en tránsito
15 mayo 2024
Pronunciado por
Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
En
Mesa redonda intersesional del Consejo de Derechos Humanos sobre Migrantes en tránsito y acceso a la justicia
Señor Presidente,
Excelencias,
Distinguidos participantes:
El Consejo de Derechos Humanos encomendó a este grupo que atrajera la atención hacia las vulneraciones y los abusos de derechos humanos que afrontan los migrantes en tránsito y los desafíos relativos a su acceso a la justicia. Estos son problemas importantes en materia de derechos humanos y les agradezco su participación en este debate.
Habida cuenta de mi propia carrera profesional, permítanme señalar desde el principio que, considerando el temario de esta reunión, no voy a examinar medidas específicas de protección para refugiados y solicitantes de asilo, sobre las cuales el ACNUDH tiene responsabilidades específicas. Pero resulta obvio que existen vínculos entre la situación de los migrantes y los refugiados, entre otros los riesgos comunes que ambos afrontan.
Con creciente frecuencia, los obstáculos físicos y legales que se implantan para disuadir la migración impulsan a las personas a viajar de manera irregular, usando rutas y medios de transporte peligrosos. Esta situación se traduce en vulneraciones y abusos trágicos y deplorables de sus derechos.
A lo largo del trayecto que recorren, estas personas se enfrentan a intercepciones que los ponen en grave peligro físico. Pueden verse rechazadas hacia situaciones de gran vulnerabilidad, que a menudo contravienen claramente el derecho internacional de los derechos humanos e incluso algunas cláusulas del derecho de asilo que, de aplicarse, les darían acceso a la protección internacional que merecen. A veces se les deniega la ayuda que podría salvarles la vida o se les infligen detenciones arbitrarias en condiciones infrahumanas, que en algunos casos entrañan violencia física y de género.
Con demasiada frecuencia, estas personas son víctimas de esclavitud y trabajo forzado, servidumbre sexual, secuestro y extorsión, a manos de bandas de delincuentes, en parte como resultado de la incapacidad del Estado para protegerlas.
El sufrimiento y la muerte causados por esta situación a cientos de miles de hombres, mujeres y niños no son inevitables. Son producto de decisiones humanas. Son consecuencia de sistemas administrativos aplicados a la migración que otorgan mayor prioridad a la obtención de ventajas políticas que a la dignidad y los derechos humanos.
Hay un relato nocivo y deshumanizador que usa al migrante como chivo expiatorio y como imán que concentra los miedos de la población. Al implantar barreras que dificultan las llegadas, centrarse en la disuasión y estigmatizar a los extranjeros convirtiéndolos en blanco de la aversión popular, los demagogos esperan obtener rédito político, razón por la que esta retórica suele aumentar en periodos electorales.
La existencia de vías de migración regular y segura sumamente limitadas se combina con una política restrictiva de seguridad fronteriza que incluye devoluciones sistemáticas en caliente. Esta combinación hace que personas comunes y corrientes emprendan viajes irregulares cada vez más peligrosos.
Junto con medidas orientadas a criminalizar la solidaridad y la prestación de servicios esenciales que realizan las ONG, asistimos a una restricción de la protección debida a los espacios destinados a los migrantes en tránsito, lo que entraña para ellos un mayor riesgo de muerte, violaciones y abusos de derechos humanos y traumas profundos.
En el curso de sus viajes -desplazamientos que pueden durar meses o incluso años y que abarcan varios países y regiones- muchos migrantes viven en la clandestinidad, con miedo a quejarse o a buscar apoyo, mientras se les niega el acceso a la atención sanitaria, el alojamiento decente y las condiciones de vida adecuadas.
En este contexto, la justicia es apenas accesible para muchos que han padecido vulneraciones y abusos de derechos humanos, incluso para familias cuyos seres queridos han desaparecido o han sido asesinados. Y la impunidad resultante de esta situación perpetúa el ciclo interminable de violaciones, abuso y sufrimiento.
Es hora ya de corregir esta situación.
Las estrategias de amplio espectro para abordar la cuestión migratoria deben incluir rutas regulares que permitan el desplazamiento seguro de las personas y el acceso a los servicios esenciales, entre otros, la atención sanitaria y la justicia, así como el acceso de los niños a la educación, ya que esta suele interrumpirse cuando la familia se desplaza.
La prioridad principal de los funcionarios de fronteras debe ser la preservación de la vida y la protección de los derechos humanos fundamentales de todos nuestros prójimos.
El monitoreo de derechos humanos en las fronteras debería facilitar la detección, notificación y prevención de esas violaciones y contribuir a la rendición de cuentas.
Asimismo, sigo alentando la difusión de información que haga hincapié en la humanidad de los migrantes y en sus derechos. Habida cuenta de las condiciones en las que se encuentran, nosotros también habríamos tomado decisiones similares. Presentarlos como delincuentes o marginales propicia que se normalice el menoscabo de sus derechos a lo largo de la ruta migratoria. Esos enfoques fomentan la discriminación y agravan los peligros a los que tienen que enfrentarse.
Esas posiciones son injustificables, porque contradicen principios fundamentales de la Declaración Universal de Derechos Humanos, empezando por nuestra igualdad esencial en tanto que seres humanos.
El Consejo y sus mecanismos, comprendido el Relator Especial sobre los derechos humanos de los migrantes, que nos acompaña hoy, pueden desempeñar una función importante en la prevención de esas vulneraciones y en abordar la rendición de cuentas relativa a las carencias de protección que los migrantes afrontan, tanto en el tránsito como al llegar a su destino.
Exhorto a los Estados Miembros a que mantengan los derechos de los migrantes y los refugiados en la primera línea de la agenda del Consejo, y a que sigan responzabilizando a los Estados en lo tocante a la aplicación del Pacto Mundial para la Migración, incluso en el contexto del Examen Periódico Universal.
Me complace saber que los migrantes y sus familias nos van a narrar hoy sus propias historias. La migración es la historia misma de la humanidad. Todos nosotros somos productos de migraciones y la defensa de los derechos humanos de las personas que están en situación de vulnerabilidad -comprendidos los migrantes- es fundamental para nuestros valores compartidos. Nuestro compromiso con los derechos humanos no es cuestión de firmas suscritas sobre un papel, sino que es una cuestión de hechos. Es preciso que todos nos alcemos, nos expresemos y exijamos justicia para estas y otras personas cuyas voces suelen verse silenciadas.
Muchas gracias.