Türk apela a los combatientes en Sudán a ponerse de acuerdo sobre conversaciones de paz, ayuda y protección para los civiles
11 mayo 2023
Pronunciado por: Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Sr. Presidente,
Excelencias,
Distinguidos Colegas,
Hace cuatro años, el pueblo de Sudán fue sinónimo de esperanza para millones de personas de todo el planeta.
El 11 de abril de 2019, las protestas populares pusieron fin a décadas de tiranía y violaciones de derechos humanos, derrocando la longeva dictadura de Omar al-Bashir. Las mujeres, los y las jóvenes se pusieron al frente de este movimiento, demandando una buena gobernanza y un nuevo contrato social entre el Estado y la población, basado en la democracia, la libertad, la justicia y en una parte equitativa de desarrollo.
A este movimiento tan inspirador le siguieron reformas importantes. Pero la tan esperada transición que diera paso a un gobierno plenamente civil y a la democracia se vio una vez más truncada en octubre de 2021, cuando el General al-Burhan y el General Dagalo llevaron a cabo de manera conjunta un golpe militar.
El mes pasado estallaron los combates entre las fuerzas lideradas por estos mismos dos hombres, lo que tuvo consecuencias desastrosas para este país que tanto ha sufrido ya.
Desde el 15 de abril, al menos 487 civiles han resultado asesinados, de forma especial en Jartum, El Geneina, Nyala y El Obeid; la cifra real es muy superior. Más de 154.000 personas han huido del país, y se calcula que otras 700.000 se han visto obligadas a desplazarse dentro de las fronteras de Sudán. Aquellas personas que permanecen en zonas afectadas por el conflicto siguen expuestas a un grave peligro continuo.
En Jartum, los choques entre los dos grupos armados, los bombardeos y los ataques aéreos se han sucedido en zonas residenciales densamente pobladas, por lo que millones de personas tienen dificultades ahora para acceder a alimentos, combustible y dinero.
En partes de Darfur, así como en las regiones del Nilo Azul y Kordofan, la violencia entre los grupos militares ha desatado conflictos interétnicos. En Darfur Occidental, al menos 100 personas han sido asesinadas y otras miles se han visto desplazadas, debido a la violencia entre comunidades entre los denominados «Árabes» y grupos Masalit, aliados respectivamente con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF).
El sistema sanitario del país ha resultado gravemente dañado, contándose al menos 17 ataques contra instalaciones sanitarias, a la vez que otras tantas han sido ocupadas por las fuerzas militares. Personas que han sido heridas, mujeres que han dado a luz o enfermos graves no tienen ningún lugar a donde ir. Años de esfuerzo en pro del desarrollo están siendo anulados por daños a las infraestructuras hidráulicas, eléctricas y de comunicaciones. El saqueo generalizado y en aumento de las oficinas de Naciones Unidas y de ONGs internacionales, empresas y propiedades privadas ha obstaculizado así mismo las operaciones de ayuda humanitaria que mantenían con vida y con buena salud a millones de personas. El PMA prevé que si continúa el conflicto, otras 2,5 millones de personas podrían sufrir inseguridad alimenticia severa en un plazo de 3 a 6 meses, lo que supondría un total de 19 millones de personas, más de la mitad de la población. Ahora mismo, cerca de 50.000 niños y niñas que sufren malnutrición aguda han visto interrumpido el suministro de tratamientos vitales, según denuncia la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios.
Yo condeno enérgicamente esta violencia gratuita, con la que ambas partes han pisoteado el derecho humanitario internacional, en particular los principios de distinción, proporcionalidad y precaución. El ejército de Sudán ha lanzado ataques en zonas civiles densamente ocupadas, incluyendo ataques aéreos. La semana pasada un ataque aéreo alcanzó aparentemente los alrededores de un hospital en la zona del Nilo Oriental de Jartum, matando a varios civiles. Las RSF, mientras tanto, se han apoderado supuestamente de numerosos edificios residenciales en Jartum para usarlos como bases de operaciones, expulsando a los residentes y permitiéndoles lanzar ataques desde zonas urbanas densamente pobladas. Estas tácticas exponen a los civiles a un gran riesgo y les impide acceder a suministros y ayuda fundamentales.
También hemos recibido varios informes que denuncian violencia sexual ejercida por hombres uniformados, así como acusaciones de ejecuciones ilegales y de desapariciones forzadas.
Sr. Presidente,
Hace seis meses visité Sudán. Se trataba de mi primera misión como Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. En ese momento decisivo en la historia del país, mientras se entablaban conversaciones para dar forma a una transición a un gobierno plenamente democrático y civil, expresé mi solidaridad con el pueblo de Sudán, y sentí la necesidad de transmitir un mensaje muy firme: la rendición de cuentas y los derechos humanos deben situarse en el centro de cualquier acuerdo futuro que se consiga.
Durante el transcurso de esa visita me reuní con el General al-Burhan y con el General Dagalo, entre otras muchas personas. Les insistí, al igual que a todos los actores que participaban en las conversaciones, a que prestaran atención a la exigencia de responsabilidades por violaciones de derechos humanos cometidas en el pasado, y también al bien común.
Hoy, vemos como se han producido daños enormes, haciendo añicos las esperanzas y derechos de millones de personas. Es fundamental que ambas partes se comprometan de forma urgente con un proceso político inclusivo y a conseguir una paz negociada. Las conversaciones en curso en Jeddah, que se centran en acordar una cesación del fuego, han de ser complementadas con compromisos para establecer una tregua humanitaria, con el fin de permitir entregas vitales de ayuda humanitaria; permitir el paso seguro de civiles desde las zonas de hostilidades, y proteger los suministros humanitarios ante los saqueos. Es crucial también que los debates se extiendan para respetar el derecho humanitario internacional, proteger a los y las civiles y poner fin a las violaciones de derechos humanos.
Hasta la fecha, a pesar de los intensos esfuerzos diplomáticos, de forma notable por parte de la Unión Africana, la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, la Liga de Estados Árabes y las Naciones Unidas, los líderes de las SAF y las RSF no se han puesto de acuerdo para debatir el fin de las hostilidades.
Nos ha conmovido la valentía y resiliencia del pueblo de Sudán, su deseo de cambio y su adhesión a los principios de justicia y libertad. El pueblo y el país de Sudán son fundamentales para el futuro de África. En el punto en el que los dos Nilos, el Azul y el Blanco, surgen para formar un solo río majestuoso, es imposible no percibir lo profundamente conectado que está el Continente, y cómo sus poderosos recursos podrían traer crecimiento y paz para millones de personas.
Yo condeno el uso de la violencia por parte de personas que no tienen consideración alguna por las vidas y derechos fundamentales de millones de sus propios compatriotas. Todas las partes deben proteger los derechos de los civiles, así como respetar el derecho humanitario internacional y la normativa de derechos humanos.
Si hay una lección que podemos aprender de esta crisis tan trágica, es la necesidad imperiosa de que todas las disposiciones transitorias se sostengan sobre acuerdos básicos para posibilitar la rendición de cuentas, la no discriminación y la participación, para de ese modo conseguir una paz que sea sostenible y estable, ya que eso es lo justo.
Sr. Presidente,
El Consejo de Derechos Humanos ha convocado este período especial de sesiones para expresar su preocupación urgente por los derechos y las vidas del pueblo de Sudán.
Aprovecho esta oportunidad para apelar a todos los Estados con influencia en la región a alentar, por todos los medios posibles, la resolución de esta crisis.
Para terminar, me gustaría rendir tributo a mis empleados y empleadas, de forma especial a nuestro equipo en el país, quienes han resultado afectados directamente por los combates y las graves carencias.
Y quiero expresar también mi más sentida y profunda solidaridad con el pueblo de Sudán.
Gracias