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Reunión con el grupo interregional “Amigos de la responsabilidad de proteger”

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27 noviembre 2018

Discurso de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet

Excelencias,
Colegas y amigos:

Me complace sobremanera participar en esta reunión del grupo interregional de Amigos de la responsabilidad de proteger.

Ambos conceptos, responsabilidad y protección, son esenciales en toda situación de derechos humanos, especialmente en relación con las peores vulneraciones de derechos humanos y los crímenes más atroces, comprendidos el genocidio, los delitos de guerra, los crímenes de lesa humanidad y la limpieza étnica.

Los horrores de los últimos decenios, tales como los cometidos en Rwanda o Bosnia y Herzegovina, así como las tragedias más recientes acontecidas en Myanmar e Iraq, han demostrado una y otra vez que las atrocidades masivas no ocurren de repente y tampoco sin previo aviso. Esos crímenes son la culminación de un proceso de recrudecimiento gradual de las violaciones de derechos humanos, que se desarrolla a lo largo del tiempo y que puede frenarse y prevenirse.

Los Asesores Especiales del Secretario General sobre la prevención del genocidio y sobre la responsabilidad de proteger han hecho hincapié en la necesidad de prevenir los crímenes más atroces, y no solo de castigarlos una vez que se hayan perpetrado. 

Yo comparto sus opiniones: la clave para ejercer con éxito la responsabilidad de proteger está directamente vinculada a la prevención de los crímenes y las violaciones, antes de que estos se perpetren o se intensifiquen.

La alerta temprana es un elemento esencial de la prevención. Para que esta labor sea eficaz, la prevención de las violaciones masivas y graves de derechos humanos exige la participación de una amplia gama de interesados que tomen medidas concertadas, amplias y oportunas para frenar los abusos y las violaciones, y evitar así que generen una espiral catastrófica. 

En la actualidad, la labor de prevención adolece de la descoordinación de las alianzas y la ausencia de voluntad política para poner en práctica los resultados del trabajo de determinación de los hechos y las recomendaciones de los órganos de derechos humanos. Las competencias y las recomendaciones de esos órganos pueden contribuir a la acción concertada en pro de la prevención, con la participación de agentes nacionales e internacionales.

La semana pasada me reuní con un grupo de asesores de derechos humanos que trabajan sobre el terreno en los Equipos de País de las Naciones Unidas. Su labor muestra claramente cómo el trabajo en el plano nacional, concertado entre los equipos de las Naciones Unidas, es capaz de impulsar acciones eficaces de prevención. 

Tenemos que seguir presionando mediante estos esfuerzos, para situar la protección y prevención en materia de derechos humanos en el centro de la labor de las Naciones Unidas en todos los países.

En junio pasado, el Consejo de Derechos Humanos estableció un nuevo mandato para examinar la manera en que este órgano puede contribuir más eficazmente a la labor de prevención. Espero con interés esta reflexión adicional sobre cómo el Consejo podría mejorar su enfoque preventivo para evitar, en primer lugar, que esas violaciones graves se produzcan y para garantizar una respuesta rápida, en casos de nuevas crisis.

La prevención operativa, destinada a neutralizar el riesgo específico de atrocidades o a evitar el agravamiento de las violaciones en curso, debe combinarse con la prevención estructural, más profunda, capaz de desentrañar las vulneraciones sistémicas y reducir a largo plazo la probabilidad de que se cometan esas atrocidades. 

Cada situación presenta sus problemas específicos. No hay dos situaciones de derechos humanos que sean iguales. 

Algunas estrategias que aplicamos en el trabajo cotidiano tienen por objeto apoyar las reformas constitucionales e institucionales, entre otras, en el sistema de justicia y el sector de seguridad; consolidar los esfuerzos para ampliar el ámbito cívico y fortalecer a los actores de la sociedad civil; y fortalecer la labor encaminada a reducir las desigualdades, ampliar las oportunidades y defender los derechos económicos, sociales y culturales. Cada medida que promueva y proteja los derechos humanos contribuirá a consolidar sociedades sólidas y respetuosas, y a reducir el riesgo de que ocurran vulneraciones.

Sin duda, es esencial que estimulemos a los Estados en la elaboración de políticas y medidas apropiadas. Tal como señaló el documento final de la Cumbre Mundial de 2005, el principio de la responsabilidad de proteger hace hincapié en la responsabilidad primordial de cada Estado de proteger a su propia población. 

La Agenda para el Desarrollo Sostenible, que refleja los programas internacionales de derechos humanos, abarca una amplia gama de derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos, así como el derecho al desarrollo, y solo podrá realizarse mediante la atención especial a las medidas de derechos humanos: abordar las causas profundas de la inseguridad, reducir las desigualdades, suprimir la persistente discriminación y garantizar que las instituciones sean sólidas e integradoras. 

Todos debemos buscar y apoyar políticas y métodos que permitan aumentar la eficacia y pertinencia de nuestro cometido de prevenir las violaciones de derechos humanos y proteger a los pueblos del mundo.

Les agradecería que me transmitieran sus ideas en lo tocante a cómo podemos trabajar mejor para promover la prevención y espero con interés que podamos mantener un intercambio permanente y provechoso en relación con la responsabilidad de proteger de los crímenes atroces a todos los seres humanos.

Muchas gracias

La responsabilidad de proteger
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