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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Inauguración del Año conmemorativo del 70º Aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos

Ceremonia de la Declaración Universal de Derechos Humanos en París

10 diciembre 2017

Discurso del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein
Palacio de Chaillot, París, 10 de diciembre de 2017

Sra. Alcaldesa Hidalgo,
Embajador para los Derechos Humanos, Sr. Croquette,
Sr. Director General, Deschamps
Distinguidos representantes del pueblo de París,
Excelencias,
Colegas y amigos:

Es un gran honor para mí dirigirme a ustedes en esta ocasión y agradezco mucho la iniciativa de la alcaldesa Hidalgo de invitarnos a este lugar de tan hondo simbolismo. Fue aquí, en el Palacio de Chaillot, donde la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó hace 69 años la Declaración Universal de Derechos Humanos. Ahí afuera está la amplia terraza conocida como la Explanada de los Derechos Humanos – un lugar de activismo, donde la gente se reúne para pedir el fin de la privación de derechos y la opresión de cualquier tipo. Mas allá se encuentra la torre Eiffel, construida para la Exposición Universal de 1889, con el fin de celebrar la democracia y el centenario de la Revolución francesa.

Por todo París, en cuyo esplendor han colaborado múltiples culturas del mundo entero, resuena el eco de infinidad de voces que piden justicia y libertad, surgidas de cada tradición ética, religiosa y filosófica de la historia del mundo, entre las que figura la Revolución francesa: estas son las fuentes que dieron origen a la Declaración Universal.

En lo que tal vez sean las palabras más bellas y contundentes de cualquier acuerdo internacional, la Declaración proclama: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Los derechos humanos no son una recompensa por buen comportamiento. No son específicos de un país ni son privilegios especiales para cierto periodo o grupo social. Son los derechos inalienables e inseparables de todas las personas, en todos los tiempos y lugares – personas de todos los colores, sitios, razas y grupos étnicos; sean o no discapacitados; sin importar su sexo, clase, casta, credo, edad u orientación sexual; ya sean ciudadanos o migrantes – y he de insistir en esto: los migrantes también son titulares de derechos humanos, la crisis migratoria a la que se enfrenta Europa es ante todo una cuestión de derechos humanos.

La afirmación de la Declaración de nuestra igualdad universal y la enumeración de derechos que son fundamentales para vivir con dignidad y libertad, han empoderado a millones de personas para exigir el fin de la tiranía, la discriminación y la explotación. Al desacreditar la opresión y el desprecio por los seres humanos que han marcado la historia de la humanidad, la Declaración es un poderoso logro filosófico. Pero es también un plan de acción.

Desde que se aprobó la Declaración Universal, innumerables personas han obtenido más libertad. Se han evitado vulneraciones. Se ha alcanzado la autonomía personal y colectiva y la independencia. Muchas personas – aunque no todas; por desgracia, lejos de la totalidad – tienen garantizado el derecho a vivir libres de torturas, encarcelamientos injustificados, persecuciones y discriminaciones, así como un acceso justo a la educación, las oportunidades económicas y los recursos y servicios adecuados. Estas personas han obtenido justicia frente a los perjuicios y protección nacional e internacional para sus derechos.

Este movimiento hacia el progreso no ha sido fácil ni tranquilo. En los siete decenios pasados, muchos gobiernos incumplieron su compromiso de proteger y promover los derechos de todas las personas. Los activistas han luchado para alcanzar justicia y derechos y muchos se han enfrentado a una opresión vergonzosa. El movimiento mundial en pro de los derechos humanos ha tropezado con obstáculos, ataques y reacciones violentas; hoy rendimos homenaje a los innumerables héroes que arriesgaron la vida, y a veces la perdieron, para defender la de los demás. No se ha logrado aún establecer los derechos de manera irreversible en ningún lugar; pareciera que en cada país, hay grupos de personas o aspirantes al poder que esperan cualquier pretexto, ya sea un conflicto o una amenaza a la seguridad, para socavar o atacar los principios fundamentales.

Esta renuncia a los valores humanos nos pone a todos en peligro. Una y otra vez, el menosprecio de los derechos humanos por parte de los dirigentes nacionales ha demostrado ser absolutamente desastroso en términos de prevención del terrorismo, los conflictos, la miseria y la violencia. Solo la justicia puede consolidar una paz sostenible – dentro de las naciones y entre ellas mismas. Esta es la lección que aprendieron nuestros antepasados, tan amargamente, a través de las calamidades de la guerra y la explotación – y entre todos estos sabios hombres y mujeres permítanme citar a René Cassin, el gran héroe francés, herido en la Primera Guerra Mundial, miembro de la Resistencia durante la Segunda, que perdió a muchos miembros de su familia en el Holocausto y que nos dejó esta lección: Es mediante la defensa de los derechos humanos que creamos una seguridad duradera.

Estos derechos son demasiado importantes como para dejarlos únicamente en manos de los Estados. Nuestros antepasados, los hombres y las mujeres que participaron en las luchas históricas por los derechos, lucharon por el fin de la esclavitud, la segregación, el apartheid, el colonialismo y otras lacras. Lo hicieron a través del activismo político, utilizando su influencia económica, defendiendo sus principios en los innumerables actos de la vida cotidiana.

Ahora depende de nosotros. Depende de mí; de ti, de los presentes en esta sala; de cada tipo de audiencia que podamos alcanzar, en cada ciudad, provincia y país donde aún quede espacio para expresar ideas, participar en decisiones y alzar la voz. Tenemos que defender el sistema de los derechos humanos y actuar para promover la paz.

Tenemos que luchar contra la discriminación y defender la justicia.

Debemos organizarnos y movilizarnos en defensa de la dignidad humana, en defensa de un futuro común y en defensa de los derechos humanos.

Este es el momento y el líder que buscas está en ti mismo.

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