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Declaración en video de la Sra. Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, con motivo del

Día de los Derechos Humanos *
10 de diciembre de 2012

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05 diciembre 2012

Millones de personas se han lanzado a la calle en los últimos años, algunas para exigir derechos civiles y políticos y otras para exigir derechos económicos, sociales y culturales.

Esa marea popular no sólo significa que la gente esté exigiendo libertad para decir lo que piensan.

Piden mucho más que eso. Piden que se ponga fin a una situación en la que los gobiernos sencillamente deciden lo que más conviene a la población sin siquiera consultarla. Reclaman su derecho a participar plenamente en las decisiones y políticas que afectan su vida cotidiana.

Sólo piden lo que por espacio de más de 60 años les ha pertenecido por derecho propio. Reclaman los derechos humanos enunciados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo aniversario se conmemora cada año el 10 de diciembre.

Todo ciudadano tendrá el derecho y la oportunidad de participar en la gestión de los asuntos públicos, directamente o a través de representantes libremente escogidos. Toda persona tendrá el derecho a votar y a ser elegida, y a tener acceso a las funciones públicas, así como a la libertad de expresión, reunión y asociación.

Se supone que esos derechos se aplican a todos. Nadie debería ser excluido del ejercicio de ninguno de ellos por ser mujer, pertenecer a una minoría o profesar una religión determinada; ni por ser gay, tener una discapacidad o afiliación política particular; ni por ser migrante o pertenecer a una raza o un grupo étnico en particular. Todos deberíamos tener una voz que cuente en nuestras sociedades.

Desafortunadamente, éste no es el caso de muchas personas.

Muchos millones de personas ni siquiera pueden soñar con metas ambiciosas, sólo sueñan con subsistir – con sobrevivir día a día.

Quizás sea porque no han ido a la escuela, o porque carecen de servicios de salud o no tienen alimentos suficientes, o porque carecen de los derechos y servicios básicos que les dieran la oportunidad de construir un futuro mejor.

O tal vez sea porque se les impide aprovechar las oportunidades que se presenten mediante leyes o prácticas discriminatorias.

O quizás simplemente sea porque sus dirigentes están tan empeñados en aferrarse al poder que sencillamente no les importa lo que les ocurre a aquéllos cuyas vidas gobiernan, y les concederán justo lo necesario para mantenerlos.

Pero en los últimos dos años, la gente en muchos países ha fortalecido su posición y ha dejado en claro que “justo lo necesario” ya no es suficiente. En muchos países los manifestantes se han enfrentado a sus gobiernos en las calles; no sólo en el Oriente Medio y el Norte de África, sino también en otras partes del mundo.

En varios países hemos presenciado ejemplos extremos de cómo se pisotean los derechos. Miles de hombres, mujeres y niños han sido torturados hasta la muerte, violados, bombardeados, atacados con artillería, tiroteados, obligados a abandonar sus hogares y privados de alimentos, agua, electricidad y atención sanitaria por sus propios gobiernos o por grupos armados, aparentemente decididos a retener el poder a como dé lugar. Se trata de gobiernos y agentes no estatales que siguen comportándose de una manera totalmente contraria a todo lo que celebramos en el Día de los Derechos Humanos.

En el día de hoy, saludo a todos los que tanto han sufrido luchando por lo que les pertenece por derecho propio, y a todas las personas que en otros países también dicen “tenemos una voz, tenemos nuestros derechos y queremos participar en la gestión de nuestras sociedades y economías”.

Porque así es como debería ser.

FIN

* El tema escogido para el Día de los Derechos Humanos de 2012 es “La inclusión y el derecho a participar en la vida pública”.

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