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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Los derechos humanos contribuyen a velar por que nadie quede rezagado, afirma la Alta Comisionada Adjunta Brands Kehris en las jornadas de acción sobre los ODS

Observaciones preliminares

16 septiembre 2023

Pronunciado por

Alta Comisionada Adjunta Ilze Brands Kehris

En

Acto del día de movilización sobre los ODS – “Quebrar barreras para que nadie quede rezagado”

Lugar

UNHQ Sala de Conferencias 4

Estimado Secretario General Adjunto, Embajador Mythen, Excelencias:
Copresidentes de los grupos principales,
Colegas y amigos:

Una y otra vez oímos decir, en los foros políticos de alto nivel, que hemos acumulado retrasos en mitad del camino hacia la consecución de los ODS y que no somos capaces de quebrar las resistencias que nos impiden forjar un mundo mejor.

Les agradezco cordialmente la invitación a debatir cómo podemos pasar de los compromisos a los logros.

Cómo podemos crear un mundo en el que las personas y las naciones más rezagadas reciban la prioridad que necesitan.

El mundo previsto en la Agenda 2030 y la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el que todas las personas puedan vivir libres e iguales en dignidad y derechos.

La verdad es que, a medio camino de la consecución de los objetivos fijados para 2030, muchas de esas metas se alejan de nosotros. El legado del colonialismo y el patriarcado, las desigualdades estructurales y los desequilibrios de poder impiden actualmente que millones de personas y docenas de países alcancen su auténtico potencial.

Pero el principal mensaje que quiero transmitirles hoy es que sabemos cómo cambiar esta situación. De hecho, para hacerlo tenemos una amplia gama de herramientas a nuestra disposición.

Los derechos humanos forman parte de ese conjunto de herramientas. Esos instrumentos pueden ayudarnos a solucionar los retos más urgentes que afrontamos, entre otros pueden garantizar que nadie quede rezagado.

Para lograrlo, debemos llegar a todas las personas a las que hemos defraudado.

A todos los pueblos, las comunidades y las naciones que se han sentido decepcionadas por políticas y medidas que benefician a unos pocos en detrimento de la mayoría, que dan prioridad a los dividendos sobre las personas y que obligan a los países a reembolsar sus préstamos en vez de alimentar, educar y empoderar a su población.

Los niveles sin precedentes de desigualdad plantean un reto histórico a los derechos humanos, el desarrollo y la estabilidad.

Pero la desigualdad no es inevitable. Es resultado de la acción humana y podemos erradicarla.

Esto lo podemos lograr mediante la reforma de las reglas del sistema político y económico que no solo permiten las desigualdades sino que las causan.

Aunque esta tarea no es sencilla.

Pero es un cometido que podemos cumplir, asegurando que los derechos humanos orientan la formulación de políticas en todas las dimensiones del desarrollo sostenible.

Permítanme hacer hincapié en tres medidas básicas de transformación.

En primer lugar, debemos reiterar la promesa de que nadie quede rezagado.

No debemos permitir que este mensaje se use como una consigna vacía o una simple sugerencia que los Estados pueden descartar. Se trata de una medida concreta acordada por todos los Estados que indica qué acciones deben recibir prioridad y obtener los recursos adecuados.

Visto a través de las normas internacionales de derechos humanos, el cumplimiento de esta promesa es una obligación de hacer realidad el ideal de igualdad y no discriminación, y no un asunto de caridad o buena voluntad. 

Y, lo que es aún más importante, las soluciones deben centrarse no sólo en los más desfavorecidos, sino también en los más privilegiados y en la sociedad en su conjunto.

Los esfuerzos para que nadie quede rezagado deben coordinarse con la reforma del sistema que permite la exorbitante concentración de riqueza y poder en manos del uno por ciento más acaudalado de la población. Cuando las minorías privilegiadas pueden apoderarse de casi dos tercios de toda la riqueza creada desde 2020, según informa la organización Oxfam, mientras millones de personas se hunden aún más en la pobreza, esto es un síntoma de un sistema fracasado y un signo de alarma del que no debemos hacer caso omiso.

La optimización de los modos de acopiar y utilizar los datos desglosados es también indispensable para los esfuerzos de no dejar a nadie rezagado. Esa tarea nos permite capturar con precisión las vivencias de los grupos marginados y poner de relieve las desigualdades dentro de los países y entre ellos. Los enfoques basados en los derechos humanos, aplicados al tratamiento de los datos, garantizan que quienes antes eran invisibles para los decisores políticos no solo aquieren visibilidad, sino que llegan a ser indispensables para la elaboración de medidas transformadoras que mejoren la suerte de los más desfavorecidos.

En segundo lugar, apoyar a las economías que refuerzan los derechos humanos.

Necesitamos economías que arrojen resultados para las personas y el planeta. La aplicación de los principios de derechos humanos a la formulación de políticas económicas orientará las inversiones hacia la reducción de las barreras que estorban la igualdad. Esa política redundaría en la ampliación del espacio para el diálogo social, trataría de erradicar la corrupción y garantizaría que las operaciones empresariales no causan daño.

En conjunto, el uso de los derechos humanos como salvaguardas al reformar la estructura financiera internacional hará que este sistema sea más justo, más representativo y más apto para cumplir su cometido. Esta reforma evitaría situaciones en las que los gobiernos se vean obligados a recortar las inversiones en derechos para reembolsar la deuda externa.

La propuesta de acelerar la consecución de los ODS formulada por el Secretario General es urgente, al igual que los debates actuales sobre el refuerzo de la colaboración internacional en materia fiscal. Cuando las empresas multinacionales y las personas acaudaladas trasladan sus operaciones a jurisdicciones de pocos o bajos impuestos, estas transferencias afectan directamente la capacidad de los países para invertir en los derechos humanos de sus ciudadanos.

En tercer lugar, apoyar la participación activa y significativa como vector de desarrollo sostenible.

El derecho al desarrollo es un concepto nítido: cada persona y cada pueblo tiene el derecho a participar, contribuir y disfrutar del desarrollo económico, social, cultural y político, en el que todos los derechos humanos pueden realizarse plenamente. 

Este ideario configuró la elaboración de la Agenda 2030 y, sin embargo, vemos que en el mundo entero se está produciendo una reducción alarmante del espacio cívico.

Debemos movilizarnos y exigir soluciones de participación basadas en los derechos humanos y quienes, como nosotros, tenemos el privilegio de participar en esas reuniones, debemos trabajar para salvaguardar y ampliar el espacio cívico, a fin de que se escuchen las opiniones de los marginados, que de otra manera quedarían silenciadas.

Si fracasamos, la Agenda 2030 quedará en la historia como un trágico monumento a nuestro fracaso en el empeño de erradicar la pobreza extrema y hacer realidad los derechos humanos.

Pero si tenemos éxito, si actuamos con unidad de propósito y quebramos esos obstáculos, será una victoria para todos nosotros y para las generaciones venideras.

Aprovechemos el impulso que nos brinda la Cumbre de los ODS para dejar un legado del que podamos sentirnos orgullosos, una herencia que refleje el ideario contenido en la Declaración Universal de Derechos Humanos proclamada hace ahora 75 años: Todas las personas tienen derecho a vivir libres del miedo y la necesidad, y a disfrutar todos los derechos humanos.

Espero que me hagan llegar propuestas y recomendaciones concretas al respecto.

Muchas gracias.

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