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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Tras 30 años, la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es «una fuerza para lograr la unidad»

06 junio 2023

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Türk pronuncia discurso de inauguración en la Conferencia Mundial de Viena 30 años después: Our Rights – Our Future. LIBELLE, MuseumsQuartier, Viena, Austria - 6 de junio de 2023 Ⓒ Christine Wambaa

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Conferencia Mundial de Viena 30 años después: Nuestros derechos – Nuestro futuro

Desde

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Excelencias, Colegas, Amigos y Amigas,

Mi agradecimiento al Ministerio Federal de Asuntos Europeos e Internacionales por organizar este aniversario tan especial. Me alegro mucho de ver aquí hoy tantas caras familiares procedentes de todos los lugares del mundo.

Para mí supone un hecho especialmente emocionante, como austriaco y Alto Comisionado, el poder estar aquí en esta ocasión. 

Crecer en Austria en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial supuso sentir de forma palpable los ecos del trauma y de las graves violaciones de derechos humanos que se cometieron. 

Todo ello nos afectó, nos influyó en nuestra manera de ser. 

Nos impulsó a creer en un futuro que pudiera ser diferente. 

Yo pude encontrar una profunda inspiración y esperanza en la Declaración Universal de Derechos Humanos, la cual descubrí en el colegio cuando era un adolescente.  Para mí, este pequeño librillo representaba una poderosa fuerza de unión para lograr la igualdad, el progreso social, la justicia y el respeto. 

Como jóvenes en ese período, tuvimos también el privilegio de ser testigos de profundas transformaciones sociales. 

Nos manifestamos junto a movimientos en pro de la justicia social, el feminismo, los derechos LGBTI , y expresamos nuestra solidaridad con las luchas contra el apartheid, por la descolonización y por el medioambiente. 

En 1993, cuando miles de delegados se reunieron al otro lado del Danubio para consolidar esta fuerza y adoptar una de las mayores promesas que se realizaba desde hacía una generación, me sentí lleno de orgullo. 

Hoy todavía siento ese orgullo. 

La Conferencia de Viena se desarrolló teniendo como telón de fondo el final de la Guerra Fría.  El Muro de Berlín había caído solo unos años antes.  La World Wide Web estaba comenzando a expandirse y a florecer.  

El sentimiento de esperanza y el anhelo de cambio y de nuevas perspectivas eran indiscutibles.  En alemán, usamos el término Aufbruchsstimmung, el cual captura con efectividad el espíritu de ese período. 

La Declaración y Programa de Acción de Viena (que vino a ser el resultado de la Conferencia) dotó a la conciencia mundial con una fórmula sencilla pero a la vez decisiva para defender los derechos humanos: la idea de que es imposible tener un solo derecho humano si no se tienen los demás.

En el centro de los debates se situaba la jerarquía artificial que muchas naciones de la época otorgaban a los derechos humanos. 

¿Pero cómo puede ayudar la libertad de expresión a una mujer embarazada que vive en la calle, si no tiene una casa, o un centro médico seguro al que acudir para dar a luz? ¿Cómo puede ayudar el derecho al voto a un activista encarcelado por demandar a su gobierno políticas contra el cambio climático? ¿Qué viene a significar la igualdad cuando los padres no tienen suficiente dinero para alimentar a sus hijos?

La respuesta que dieron los delegados, la Declaración de Viena, hizo añicos la falacia arraigada de que los derechos sociales, económicos y culturales tienen menos valor que los derechos civiles y políticos. 

La Declaración de Viena confirmó la convicción de que los derechos humanos son universales, indivisibles, interdependientes, y que están interrelacionados, a la vez que rechazaba de forma enérgica la visión de que determinados derechos humanos podían considerarse como opcionales. 

A la vez que otorgaba valor a la diversidad cultural de la humanidad, la Declaración subrayaba que las diferencias culturales no pueden servir nunca como una justificación para cometer violaciones de derechos humanos. 

Y con el fin de superar las nociones profundamente nocivas que entraña el nacionalismo, la Declaración confirmó que `la promoción y protección de todos los derechos humanos´ es una `preocupación legítima de la comunidad internacional.´

El texto también preparó el camino para conseguir otros numerosos avances en el campo de los derechos humanos. 

Un acuerdo para crear la Corte Penal Internacional, lo que alimentó las esperanzas de que los crímenes más atroces cometidos en el planeta no quedarían impunes. 

Se consiguieron avances históricos en los derechos de la mujer, los derechos del niño, así como en los derechos de los pueblos indígenas. 

Colegas, 

Hace treinta años, inspirados por estas poderosas corrientes de cambio, los Estados Miembros también adoptaron la decisión de ofrecer un hogar a los derechos humanos. 

Ustedes asumieron el compromiso de afianzar los derechos humanos en una institución, algo que no se había hecho antes en la historia de las Naciones Unidas. 

Para dar un verdadero reconocimiento, consolidar y dotar de una nueva vida al tercer pilar que forma las Naciones Unidas: los derechos humanos. 

Ese hogar, mi Oficina, ha evolucionado rápidamente desde un servicio de apoyo a los mecanismos existentes de derechos humanos, hasta ser la entidad líder mundial en derechos humanos. 

Su mandato tan excepcional, tanto dentro del sistema de las Naciones Unidas como fuera del mismo, se ha convertido en un vehículo poderoso para conseguir el cambio, el progreso, dignidad y justicia. 

Desde nuestros humildes comienzos contando con solo 202 empleados y empleadas que trabajaban en Ginebra y dos presencias sobre el terreno, somos ahora un equipo global compuesto por 1.841 personas que trabajan en más de 104 presencias sobre el terreno y diversas oficinas. 

El apoyo político y económico otorgado a la Oficina se ha disparado, pasando de solo 19 millones de dólares americanos en 1993 a un presupuesto total de 392,6 millones de dólares americanos en 2022. 

Me gustaría añadir no obstante que esta cifra está lejos de ser suficiente, cuando se trata del tercer pilar de las Naciones Unidas, para poder hacer frente a los desafíos de hoy en día. 

Mi Oficina necesita duplicar de forma urgente su presupuesto, y nuestros donantes (Estados, empresas y privados) pueden hacer que esto sea posible. 

Colegas, 

A lo largo de los años, la voz especial que sostiene mi Oficina ha contribuido a incorporar la agenda de los derechos humanos en el trabajo que realiza las Naciones Unidas, además de a situarlos en el centro de la conciencia global. 

Desde defender el reconocimiento del papel principal que desempeñan los derechos humanos para prevenir las crisis, los conflictos y la violencia. 

Para demostrar la absoluta inseparabilidad de los derechos humanos y la paz, un principio que defienden los 560 oficiales de derechos humanos que trabajan en 11 misiones de paz de las Naciones Unidas repartidas por todo el planeta. 

Para extender nuestra presencia en países afectados por crisis humanitarias, integrando de forma significativa los derechos humanos en la respuesta internacional. 

Nos hemos asegurado de que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible sea una agenda con base en los derechos humanos. 

Nos hemos asegurado de que un espacio cívico libre y abierto sea considerado como una piedra angular de las sociedades que consiguen prosperar.  Sabemos que solamente podremos conseguir avances si usamos nuestra imaginación. 

Hemos dado prioridad a los derechos de la mujer y de las personas LGBTIQ+ en nuestra agenda, en la agenda de la familia de las Naciones Unidas y en la agenda de toda la comunidad internacional. 

Hemos defendido los derechos del niño, de los pueblos indígenas, de las minorías, de las personas mayores, de las personas con discapacidades, así como de los migrantes y refugiados. 

A la vez que exigíamos responsabilidades a los más poderosos de este planeta. 

Se suele afirmar que los derechos humanos son un concepto abstracto, no obstante todas las personas que son protegidas ante la detención arbitraria, todas las víctimas que encuentran justicia por el sufrimiento padecido, todas las personas a las que se les da poder para alzarse en favor de lo que creen y también de lo que son, demuestran que los derechos humanos son realidades tangibles. 

Estas victorias suponen un testimonio extraordinario de la labor que desarrolla mi Oficina y del ecosistema de derechos humanos al cual nos sentimos orgullosos y orgullosas de pertenecer. 

Colegas, 

La Conferencia de Viena propuso una noble y ambiciosa promesa para la humanidad. 

Pero sabemos que las promesas pueden romperse. 

Se han conseguido enormes avances en el campo de los derechos humanos desde la Declaración de Viena, pero hoy en día, en todo el mundo, estamos siendo testigos de retrocesos dramáticos. 

Las personas de el Sudán a Ucrania, de Myanmar a Afganistán, han de soportar las consecuencias diarias intolerables del conflicto y la opresión. 

El telón de fondo geopolítico que esconden muchas de estas crisis, uno de los más complejos que hemos observado en décadas, se plasma en una tendencia hacia una división cada vez más profunda dentro de países y entre varios países, lo que resulta en enfrentamientos hostiles entre bloques opuestos. 

Es una tendencia preocupante la cual amenaza la cohesión nacional, aunque también las soluciones multilaterales, que es el único camino seguro para salir del caos. 

Los ataques contra los derechos de la mujer y la igualdad de género, un fenómeno que viene de muy lejos en el tiempo, siguen siendo moneda común, produciéndose a un ritmo constante y sin control alguno.  El fin último de la causa de los derechos humanos es acabar con el patriarcado. 

El espacio cívico está siendo sometido a amenaza, a la vez que cada vez más Estados suprimen las voces disidentes.  Aquellos y aquellas que se atreven a poner en duda el status quo, y que incluyen a defensores y defensoras de derechos humanos, manifestantes y periodistas, son cada vez con mayor frecuencia víctimas de intimidaciones, del uso de la fuerza y de tácticas autoritarias. 

El discurso de odio está proliferando de formas y a ritmos nunca vistos antes.

Los cambios tecnológicos, incluyendo los avances en inteligencia artificial, están transformando nuestro planeta a un ritmo muy veloz, ocurriendo a una velocidad más rápida que la que necesitan los reguladores para establecer prudentes sistemas de protección en derechos humanos que nos puedan proteger de los riesgos. 

Por encima de todo, la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación constituye la mayor amenaza para la humanidad que hayamos conocido nunca, poniendo en peligro nuestra propia supervivencia y la de futuras generaciones. 

Colegas, 

Los desafíos para los derechos humanos que están apareciendo en la actualidad seguirán poniéndonos a prueba. 

Sería ingenuo por mi parte asegurar que vamos a superar todas estas pruebas que surjan en el camino, pero sería peligroso y contraproducente dejar de intentarlo. 

La plena realización de los derechos humanos para todas las personas es una labor en constante evolución, por lo que necesitamos adaptar y actualizar nuestra forma de pensar para responder a los desafíos que tenemos por delante. 

La Declaración de Viena es un documento en constante evolución el cual puede guiarnos hoy para hacer realidad nuestras esperanzas.

Viena volvió a confirmar la validez de la Declaración Universal de Derechos Humanos, un documento concebido en el período posterior a las dos guerras mundiales. 

Este año conmemoramos su 75º aniversario. 

Los aniversarios son algo arbitrario a menos que los aprovechemos como oportunidades importantes para reflexionar sobre lo que hemos conseguido, para aprender de nuestros errores y para adoptar pasos valientes hacia el progreso y la transformación. 

La tarea que tenemos por delante hoy, este año y en el futuro, consiste en aplicar las palabras visionarias de la Declaración Universal a los desafíos globales de nuestro mundo actual. 

Para revitalizar el espíritu de la Declaración, sus valores, y sus ambiciones, con el fin de mejorarlos. 

Para usar los derechos humanos por lo que son: una fuerza de cambio y una fuerza de unidad. 

La iniciativa Derechos Humanos 75 de mi Oficina está celebrando este aniversario durante todo este año. 

A través de nuestras conversaciones sinceras con la comunidad que lucha por los derechos humanos, aspiramos a ofrecer soluciones de tipo práctico.

Para analizar y prepararnos para los retos existenciales que van a aparecer. 

Para reclamar los derechos humanos como la mejor herramienta con la que podemos contar para ofrecer soluciones a la inestabilidad a la que nos enfrentamos. 

Y para reconstruir asociaciones en torno a los derechos humanos, de manera especial con los y las jóvenes, para de ese modo consigamos sumar la fuerza necesaria para hacer frente a estos desafíos, todos juntos y juntas. 

Al igual que los derechos humanos sirven a todas las personas, este diálogo abarca a todo el mundo.

Yo les animo a todos y todas ustedes a formar parte en el mismo.  Los compromisos y las historias con un impacto positivo que ustedes puedan compartir en los próximos meses se incorporarán al evento de alto nivel que vamos a preparar en diciembre en Ginebra, donde vamos a presentar una nueva visión de los derechos humanos para los próximos 25 años, la cual esperamos que quede reflejada en la Cumbre del Futuro en 2024. 

Colegas, 

El foco de atención de este Simposio será devolver la fe y la confianza en los derechos humanos en un momento de profunda agitación en nuestro planeta, y también deberá convertirse en el foco de atención de nuestro futuro. 

Hace tres décadas, fue esta misma fe y confianza las que constituyeron la base de la Declaración de Viena. 

¿Cómo podemos recuperar este espíritu y este deseo de un mundo mejor?

¿Cómo podemos aprovechar todo el potencial de los derechos humanos para poder volver a situarnos en la senda que nos conduzca a un futuro más seguro y más justo?

Al tiempo que miramos al futuro, siempre guiados por las lecciones que hemos aprendido en el pasado, estoy convencido de que una oleada de esperanza, que tenga a los derechos humanos como apoyo principal, nos podrá sacar del miedo e incertidumbre que vivimos en la actualidad. 

Dando pasos hacia la solidaridad, los debates productivos y el entendimiento mutuo como los pilares de las relaciones internacionales, en lugar de dirigirnos a agrias divisiones geopolíticas que no conducen a ninguna parte más que al odio y el caos. 

Con una inversión potente de tipo político y económico en la arquitectura global de los derechos humanos para redoblar nuestros esfuerzos en los años futuros. 

Y afianzando nuestro compromiso para no solamente quedarnos en las palabras cuando hablemos de los derechos humanos, sino para volver a acogerlos como la fuerza vinculante más poderosa que tiene la humanidad. 

Recuerdo ahora y me sirven de inspiración las palabras expresadas por Stephan Zweig, un escritor austriaco que nació en esta misma ciudad y que tuvo una amplia influencia en el siglo 20.

«Incluso ante el abismo del horror en el que tratamos de encontrar nuestro camino hoy en día, casi ciegos, con nuestros corazones afligidos y hechos añicos, vuelvo mi mirada una y otra vez a las viejas constelaciones que brillaron en mi infancia, encontrando consuelo en la confianza heredada de que, algún día, esta recaída parezca solamente un intervalo en el ritmo eterno del progreso del mundo hacia adelante y hacia mejor.» 

El idioma común de los derechos humanos es nuestra brújula que nos guía hacia el progreso.  Cuento con el compromiso colectivo de todos y todas ustedes para permitir que esta brújula nos siga guiando. 

Gracias.