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Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Türk hace un llamamiento a los países del G7 para volver a revitalizar el espíritu de la Declaración Universal de Derechos Humanos

17 mayo 2023

Pronunciado por

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Lugar

Ginebra

Contribución a la revista G7 Research Group
en ocasión de la Cumbre del G7 en Hiroshima, 19-21 de mayo de 2023

Analizar lo que ha sucedido en nuestro planeta en los últimos años es una tarea compleja:

Un sinnúmero de conflictos, desde Siria hasta el Sahel, los cuales están exponiendo a un número cada vez mayor de civiles a daños duraderos, e incluso letales;

La guerra en Europa, una guerra que no es solo criminal y destructiva, sino que también extiende la miseria por todo el mundo;

El avance del cambio climático y los daños al medioambiente, los cuales despojan a las personas y al planeta de su salud, sus recursos y de su capacidad para desarrollar su potencial;

La pandemia de COVID-19, la cual no solo dejó al descubierto sino que además profundizó las vulnerabilidades que afectan a todas las economías y sociedades, poniendo el foco de atención en la brecha de las desigualdades;

Se han producido retrocesos muy perjudiciales para la igualdad de derechos de las mujeres y muchos otros grupos, a lo que se ha sumado una explosión del discurso de odio en línea, dirigido de forma concreta a las mujeres y a miembros de minorías raciales y de otro tipo;

Restricciones severas a las libertades fundamentales de expresión, opinión y reunión, en medio de un aumento de la represión al espacio cívico en todas las regiones del planeta.

Estas son lecciones que demuestran de forma dolorosamente patente lo conectados que estamos todos, y lo conectados que están nuestros derechos humanos.

Las crisis, conforme se van extendiendo en diferentes regiones y diferentes esferas, se van sucediendo y solapando unas con otras, produciendo daños cada vez más devastadores y de mayor alcance.

Hace setenta y cinco años, los Estados extrajeron algunas lecciones clave de una crisis de esta magnitud. Los años que transcurrieron de 1914 a 1945 trajeron al mundo guerras desoladoras, genocidio, devastación y daño económico que la humanidad no había conocido antes.

En 1948, gobiernos de África, Asia, las Américas, Europa y Oriente Medio concibieron un manual para la prevención de la pobreza y el conflicto.

La Declaración Universal de Derechos Humanos se nutre de todas las culturas y tradiciones, y viene a expresar la verdad fundamental de lo que mantiene unida a la humanidad.

Nos muestra el camino para conseguir una paz duradera, de prosperidad y justicia compartidas, siempre con el respeto por nuestras diferencias.

Cuando se cumplen setenta y cinco años desde que se aprobara la Declaración Universal de Derechos Humanos, necesitamos ahora revitalizar su espíritu y sus compromisos.

El derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de las personas. El derecho a la educación, a la salud, a vivienda, al vestido y a protecciones sociales. A ser libres de cualquier forma de discriminación, ya se base en el sexo, raza, creencia, orientación sexual o cualquier otro factor. Libertad de expresión y el derecho a la vida privada. Libertad de pensamiento, conciencia y religión. Derecho a no ser torturado, y a no ser víctima de detención ilegal o arbitraria. El derecho a un juicio justo. El derecho a un medioambiente limpio, sano y sostenible.

Estos y otros derechos y libertades fundamentales son los elementos que forman sociedades resilientes y seguras de sí mismas. Sociedades que sean capaces de hacer frente y superar las amenazas, de resolver las disputas de forma pacífica, y de facilitar avances continuos en la búsqueda de la prosperidad y el bienestar para todos sus miembros.

Este es el camino para recuperar la confianza.

Confianza entre los Estados: confianza en que actúen en consonancia con el derecho internacional y con los acuerdos que ellos mismos han diseñado, y para trabajar de manera conjunta para defender el bien común.

Confianza entre las personas y sus gobiernos, los cuales les han prometido representarlas y servirlas.

Confianza y respeto entre comunidades.

Los derechos humanos son universales. Y también son indivisibles.Las viejas distinciones entre derechos civiles y políticos, por un lado, y derechos económicos, sociales y culturales, por el otro, es un producto de la Guerra Fría, las cuales ya han dejado de tener relevancia. Es necesario promocionar todos los derechos humanos de forma conjunta, en plano de igualdad, para que de ese modo puedan reforzarse unos a otros.

La pandemia demostró de forma muy clara la naturaleza esencial de los derechos a una atención sanitaria decente; a protecciones sociales; a agua potable y saneamiento; a un empleo decente. Estos derechos no son solamente fundamentales para la dignidad humana, son esenciales para el desarrollo sostenible y la estabilidad política de todos los países.

Si no se respetan estos derechos, y no se atienden las desigualdades, esto puede acarrear consecuencias terribles para las personas, en primer lugar, aunque sabemos también que este hecho alimentaría la desconfianza hacia las instituciones del Estado; ocasionaría el malestar social; la violencia; e incluso los conflictos.

Vivir libres de miedo y miseria es igual de valioso e igual de necesario.

Y es hora de comprender que no importa lo poderoso que pueda ser, el crecimiento económico por sí solo no reparará las injusticias estructurales o garantizará los derechos fundamentales de las personas.

Hemos de echar abajo la arquitectura de las desigualdades, y defender una recuperación sólida, construyendo economías que defiendan los derechos y el bienestar de las personas.

Una economía de derechos humanos busca corregir las causas originarias y barreras estructurales que impiden la igualdad, la justicia y la sostenibilidad, dando prioridad a los derechos económicos, sociales y culturales.

Garantiza la máxima protección social, así como educación de calidad y atención sanitaria para todos y todas.

Acceso a la justicia y al estado de derecho.

Medidas eficaces para luchar contra el cambio climático y en pro del medioambiente.

Libertades fundamentales, y un espacio cívico lo más amplio posible.

Esta economía asegura que  los modelos de negocio y las políticas económicas se guíen por normas de derechos humanos.

Permite una combinación integrada y orientada a objetivos concretos de políticas socioeconómicas que defiendan cada uno de los objetivos de los ODS, incluyendo de forma especial acabar con la discriminación contra mujeres y niñas, así como contra las minorías raciales, étnicas y lingüísticas. Because this is just; and because such discrimination causes massive society-wide and generational harm.

Porque esto es de justicia; y porque además este tipo de discriminación causa daños enormes a toda la sociedad y que se extienden durante generaciones. Esta economía pone su acento en una redistribución de las políticas fiscales, y se esfuerza por poner fin a la corrupción y los flujos financieros ilícitos, los cuales sabemos que desvían dinero y se lo restan al gasto público.

También incluye apoyo para procesos de elaboración de presupuestos más participativos, inclusivos, transparentes y responsables, que permitan al público y a la sociedad civil «seguir la ruta del dinero» -   afianzando la confianza en el gobierno, y asegurando políticas más eficaces y que  defiendan los derechos de las personas.

La justicia, los derechos humanos y nuestro planeta han de estar, de forma inequívoca, en el centro de las economías y políticas nacionales y globales.

Con el fin de respaldar a países y sociedades para que construyan economías que impulsen los derechos humanos, mi Oficina está reforzando nuestras iniciativas dirigidas a proporcionar apoyo técnico sobre derechos económicos, sociales y culturales y para integrar normas, principios y políticas de derechos humanos en todas las acciones que emprendan los gobiernos y el propio sistema de las Naciones Unidas.

Porque los derechos humanos no son labor exclusiva de mi Oficina, como tampoco son de las Naciones Unidas. Son también tarea de ustedes, tarea que han de acometer los líderes del G7 y todos los demás Estados.