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Discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

ACNUDH: Informe anual de 2021

Presentación a los Estados Miembros

10 junio 2022

Pronunciado por

Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos

Excelencias:

Me honra poder comparecer hoy para presentarles los aspectos más destacados del Informe anual de 2021 elaborado por mi Oficina. Les agradezco su asistencia a esta presentación.

Este informe resume los resultados obtenidos en 2021, de conformidad con lo dispuesto en el Plan de Gestión 2018-2021 del ACNUDH. Me complace afirmar que este plan ha propiciado nuestra flexibilidad y pertinencia durante la respuesta a la pandemia de COVID-19 y las etapas de recuperación. El plan nos ayudó a abordar la rápida serie de problemas relativos a los derechos humanos que se suscitaron en el mundo y su eficacia nos ha llevado a prorrogarlo hasta 2023.

Los denodados esfuerzos realizados por 1.669 miembros del personal del ACNUDH en 103 unidades dentro y fuera de la Sede lograron hacer realidad nuestros planes para 2021. Desde aquí les agradezco cordialmente su dedicación.

Los trastornos mundiales definieron el statu quo del planeta en 2021. La pandemia de COVID-19 siguió propagándose con rapidez y sus nuevas y peligrosas variantes destruyeron aún más vidas y medios de subsistencia. La pandemia expuso y agravó las desigualdades que ya existían. Con este telón de fondo, la emergencia climática siguió agravándose, lo que planteó una amenaza permanente a nuestra supervivencia y a nuestros derechos humanos. Y las guerras y los conflictos asolaron a numerosas zonas del mundo, aniquilaron vidas humanas y destruyeron la democracia, la paz y la seguridad en muchos países.

Permítanme que inicie esta presentación con un recorrido panorámico por la labor que llevamos a cabo el año pasado en relación con el COVID-19.

En 2021 la pandemia cumplió su segundo año. Su repercusión generó trastornos y retrocesos masivos de derechos humanos en el mundo entero. A lo largo del año, mi Oficina siguió promoviendo la idea de que los derechos humanos deben ocupar un lugar central en la respuesta y los esfuerzos de recuperación de la pandemia. Hicimos hincapié en la necesidad crítica de que los gobiernos otorguen prioridad a la protección social, la salud y otros derechos económicos y sociales, con especial atención a los grupos más vulnerables y marginados.

Hemos persistido en los exitosos esfuerzos de promoción que iniciamos el año anterior, en los que exhortamos a que se tomaran medidas para prevenir la rápida propagación del COVID-19 en los centros de reclusión. En 2021, estas medidas resultaron en la excarcelación urgente o la aplicación de alternativas a la detención de 62.300 personas.

Ampliamos nuestro trabajo con grupos vulnerables a fin de transmitirles información relativa al COVID-19. Por ejemplo, en Moldavia, colaboramos con asociados locales en la difusión de informaciones orientadas a la población romaní, las personas con discapacidades y las personas mayores. En Iraq, más de 17.000 carteles traducidos a seis lenguas minoritarias se distribuyeron en 25 distritos, lo que permitió informar a diversas comunidades minoritarias acerca de la repercusión del COVID-19, la vacunación y otras medidas de protección sanitaria. En el Territorio Palestino Ocupado impartimos cursillos de sensibilización sobre el COVID-19 y los servicios de apoyo social y psicológico destinados a personas con discapacidad y sus familiares.

Desde el inicio de la pandemia, nuestra labor de monitoreo, seguimiento y elaboración de informes sobre cuestiones de derechos humanos ha proporcionado información precisa y oportuna a activistas y responsables politicos para facilitar la toma de decisiones y la colaboración con los principales interesados. Por ejemplo, en África Occidental realizamos actualizaciones diarias sobre las tasas de infección y la administración de vacunas en la región. En siete países de África Central y Occidental colaboramos con el UNICEF y ONU Mujeres en la aplicación de evaluaciones rápidas de género relativas al COVID-19. En colaboración con las autoridades nacionales, estas evaluaciones sirvieron para medir la repercusión de la pandemia sobre las niñas y las mujeres, -entre otros aspectos, en el reparto del trabajo de cuidados personales no remunerados, la educación, la discriminación y la violencia-, que contribuyeron a la formulación de medidas políticas de base empírica.

También estoy orgullosa del trabajo realizado por nuestra Surge Initiative [Iniciativa para una recuperación basada en los derechos humanos]. En el marco de este plan, un equipo de expertos en derechos económicos, sociales y culturales, trabajando en estrecha colaboración con economistas, ha seguido laborando con miras a reforzar las sociedades en la fase de recuperación del COVID-19, con esfuerzos específicos orientados a que nadie quede rezagado. Entre otros ejemplos de su trabajo, cabe citar a Ucrania, donde analizaron las partidas presupuestarias municipales destinadas a la protección social, buscando la manera de mejorar la participación de las comunidades, en particular las más marginadas, en el proceso de elaboración de los presupuestos. En Nepal, el equipo definió y calculó los costos de los elementos mínimos esenciales para hacer realidad el derecho a la salud adecuada de tres comunidades de mujeres marginadas que trabajaban en sector informal, con especial atención a la salud sexual y reproductiva. Estos análisis proporcionan herramientas fundamentales para los activistas. Y la Surge Initiative también ha trabajado en pro de la integración de los derechos humanos en la labor de los Equipos de País de las Naciones Unidas en Zambia y Kenya, con especial atención a las desigualdades y la repercusión del COVID-19 sobre los grupos marginados.

Permítanme examinar ahora algunos otros resultados de 2021.

Al tiempo que varias guerras y otros conflictos azotaban al mundo, nosotros proseguimos nuestro trabajo en materia de análisis de riesgos, alerta temprana y rendición de cuentas en lo relativo a las violaciones de derechos humanos, con miras prevenir los conflictos y la violencia y proteger los derechos humanos de las personas afectadas. En 2021 teníamos un total de seis equipos de respuesta urgente creados para apoyar a los Equipos de País de las Naciones Unidas en esos procesos. Otras tres unidades de emergencia se establecerán en 2022 en África Oriental, Asia Central y el Pacífico. 

Los esfuerzos para consolidar y mantener la paz se mantuvieron en el centro mismo de nuestra labor durante el año 2021. Por ejemplo, nuestra participación en el examen de la Estrategia Mundial de las Naciones Unidas contra el Terrorismose tradujo en la introducción de un lenguaje más enérgico en lo tocante al ámbito cívico, los derechos de la mujer y del niño, y la igualdad de género. En Libia, el apoyo técnico de mi Oficina consolidó los esfuerzos de monitoreo orientados a garantizar la documentación eficaz sobre la violencia sexual en el contexto de los conflictos y a lograr respuestas mejor coordinadas de parte de las Naciones Unidas. Y en Yemen, proporcionamos asistencia a 208 víctimas de conflictos, facilitándoles ayuda en materia de procedimientos jurídicos, atención sanitaria, acceso a refugios, artículos básicos de consumo, apoyo psicosocial y asistencia financiera.

Hemos abordado con tenacidad las desigualdades y la discriminación. En julio de 2021, presenté al Consejo de Derechos Humanos mi informe y un documento de sesión, en los cuales esbocé una programa de cuatro puntos orientado a generar cambios profundos en materia de igualdad y justicia racial. Posteriormente el Consejo creó un mecanismo internacional independiente de expertos para promover la justicia y la igualdad racial en el ámbito de la aplicación de la ley. También apoyamos el proceso de consultas que condujo a la aprobación, por la Asamblea General, de la resolución 75/314, adoptada en agosto pasado, en virtud de la cual se estableció oficialmente el Foro Permanente de Afrodescendientes.

Nos esforzamos por aumentar el apoyo público a la rendición de cuentas y la respuesta a las vulneraciones de derechos basada en los derechos humanos. En Somalia, con nuestro apoyo, el Ministerio de Defensa aprobó una política de derechos humanos aplicable a las fuerzas armadas del país. Esta importante normativa ratifica la promoción y protección de los derechos humanos y exhorta a su cumplimiento para prevenir todas las modalidades de violencia sexual derivadas del conflicto. En la República Democrática del Congo, mi Oficina coordinó o participó en multiples investigaciones y misiones de monitoreo. Prestamos apoyo a 17 tribunales ambulantes que abordaron casos emblemáticos y proporcionaron asistencia técnica a las autoridades judiciales en el procesamiento de delitos internacionales. En total, se dictaron 175 sentencias por vulneraciones graves de derechos humanos.

En el mundo entero, coordinamos un total de 83 actividades de capacitación, asistimos a más de 2.300 participantes, entre los que figuraban 995 mujeres, a fin de apoyar la integración de los derechos humanos en los programas de desarrollo y la relación con los órganos de tratados.

También facilitamos asistencia técnica para apoyar la creación o el fortalecimiento de 70 mecanismos nacionales de seguimiento y presentación de informes. En Sudán, por ejemplo, se estableció un mecanismo nacional permanente de seguimiento y elaboración de informes.

En lo relativo al cambio climático, probablemente el mayor desafío en materia de derechos humanos de nuestro tiempo, seguimos promoviendo la sensibilización en torno a los vínculos entre el medio ambiente y los derechos humanos. El año pasado iniciamos la publicación de nuestro primer volumen sobre el tema y colaboramos con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Comité de París para el Aumento de Capacidades, con miras a elaborar y lanzar un curso en línea sobre derechos humanos y cambio climático. En octubre, el Consejo de Derechos Humanos aprobó una resolución histórica, en la que se reconoció por primera vez el derecho humano a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible.

A medida que se acorta el plazo que nos separa del año 2030, seguimos reforzando el apoyo que el sistema de las Naciones Unidas brinda a los Estados en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y otros esfuerzos de desarrollo. Mediante la integración de análisis y recomendaciones de derechos humanos en los ejes de la labor de desarrollo de las Naciones Unidas, apoyamos a 61 procesos de marcos de cooperación realizados por los Equipos de País y los Coordinadores de las Naciones Unidas. 

A lo largo del año, también apoyamos la aplicación de los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos. Por ejemplo, en Argentina realizamos sesiones de capacitación para instituciones locales y provinciales de derechos humanos, que culminaron en la elaboración de un protocolo de acción para abordar los abusos de derechos humanos vinculados a la actividad empresarial. En Perú, gracias a nuestro apoyo técnico y nuestros esfuerzos de promoción, se aprobó el primer plan de acción nacional sobre empresas y derechos humanos.

Asimismo proseguimos nuestra labor de mejora de los datos compilados, que se tradujo en análisis y decisiones más pertinentes en materia de derechos humanos. En varios países proporcionamos asistencia para mejorar las estrategias relativas a las estadísticas. Facilitamos capacitación a más de 3.000 personas de 145 países que trabajan en oficinas de estadística, ministerios, ONG, universidades y organismos de las Naciones Unidas, en lo relativo al acopio de datos para veinte metas de ODS. Con nuestro apoyo, las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos y las Oficinas Nacionales de Estadística de Albania, Jordania, Mongolia, Filipinas y Moldavia firmaron memorandos de entendimiento para establecer acuerdos destinados al desglose de datos y la incorporación de los derechos humanos en las estadísticas oficiales de desarrollo. Y en Kazajstán, nuestra labor de promoción y apoyo propició la integración de los indicadores de derechos humanos en el Plan gubernamental de acción prioritaria en materia de derechos humanos y el Documento conceptual de política jurídica para 2020-2030.

Además, me complace anunciarles que nuestro nuevo sitio web mundial OHCHR.org se puso en marcha el 15 de marzo. Este sitio se ha remozado mediante la aplicación de los criterios y las directrices de las Naciones Unidas para el espacio cibernético y se ha dotado del nuevo etiquetado del ACNUDH. Este sitio es ahora más accesible a través de dispositivos móviles y más fácil de usar para las personas con discapacidad. Miles de páginas y documentos se han dotado de identificativos y más de 5.000 folios fueron reescritos o reorganizados a fin de facilitar las búsquedas. Quiero agradecerles hoy su contribución, que ha hecho posible esta tarea. En fechas próximas les transmitiremos los resultados de una encuesta que estamos realizando al respecto.

Excelencias:

Sin el continuo apoyo político y financiero que ustedes nos proporcionan, ni los resultados que hoy presento ni otros muchos que figuran en nuestro informe anual hubieran sido posibles. Le agradezco de todo corazón su generosidad y su compromiso.

En 2021, el ACNUDH recibió el mayor volumen de apoyo económico voluntario de su historia, por un importe de 227,7 millones de dólares estadounidenses. Esta cifra representa un aumento de 3,4 millones de dólares en comparación con el año 2020. Pero nuestras necesidades en 2021 fueron del orden de 385 millones, por lo que incurrimos en un déficit de financiación de 157,3 millones de dólares.

Además, el rápido crecimiento de nuestras actividades estatutarias, tanto en número como en alcance, excedió a las asignaciones del presupuesto ordinario. Por ejemplo, tan solo el año pasado el Consejo de Derechos Humanos aprobó 65 resoluciones con implicaciones presupuestarias. A pesar de la constante necesidad de ampliar la inversión en derechos humanos en el mundo entero, mi Oficina recibió en ese periodo apenas el cuatro por ciento del presupuesto ordinario total de las Naciones Unidas, lo que representó un importe de 131,6 millones de dólares. 

A medida que el mundo siga atravesando esta etapa de trastornos y crisis, aumentará la importancia de la inversión en materia de derechos humanos. Los recursos que necesitaríamos en 2022, si nuestra Oficina fuera a abordar todas las necesidades de asistencia, ascenderían a 400,5 millones de dólares. En relación con los compromisos contraídos hasta la fecha, el déficit asciende a 300 millones. El volumen de financiación disponible actualmente sigue siendo muy inferior a las necesidades y las solicitudes que recibimos. Me preocupan profundamente los sucesos recientes, vinculados al conflicto de Ucrania. Mientras numerosos Estados Miembros aportaron contribuciones adicionales para apoyar nuestra labor en ese país, algunos de nuestros donantes principales anunciaron recortes significativos en el resto de la financiación que recibe la Oficina, que podrían equivaler a 25 millones de dólares. Por desgracia, no podemos suspender las labores que realizamos en el marco de las múltiples crisis que se desarrollan actualmente en diversos lugares del mundo, tales como Yemen, Siria, Myanmar, Nicaragua o Etiopía, por solo mencionar algunos de ellos. Si hay nuevos recortes de financiación, eso afectaría nuestra capacidad de respuesta a las necesidades de los más vulnerables y pondría en peligro los progresos ya alcanzados.   

A fin de cumplir con nuestro mandato y promover y proteger toda la gama de libertades y derechos humanos, aprovecho la ocasión para insistir en nuestra necesidad de recibir contribuciones financieras previsibles, constantes y flexibles. Asimismo formulo un llamamiento para que se nos proporcionen fondos no destinados a fines específicos, que nos permitan asignar recursos a los lugares donde su necesidad sea más urgente.

Hoy exhorto a los Estados Miembros a que den prioridad a los derechos humanos en la asignación de recursos y a que mantengan -y de ser posible, aumenten- sus contribuciones voluntarias a mi Oficina. Juntos, seremos capaces de reforzar nuestra capacidad de apoyo a las naciones en la tarea de cumplir sus obligaciones en materia de derechos humanos.

A medida que resistimos a estas crisis mundiales, tenemos la oportunidad de actuar mejor y de usar los derechos humanos como una herramienta para afrontar los reveses que nos amenazan. El legado que debemos dejar a las generaciones venideras es que no solo escuchamos atentamente, sino que además actuamos en pro del cambio real y constante.

Muchas gracias por su compromiso y su apoyo a los derechos humanos. Y gracias también por la atención prestada.

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