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Comunicados de prensa Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

70 años después de la Declaración Universal de Derechos Humanos: 30 artículos sobre los 30 artículos

09 noviembre 2018

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Han pasado 70 años desde que diversos líderes del mundo plantearon explícitamente los derechos que todos en el planeta deben esperar y demandar simplemente por el hecho de ser seres humanos. Nacida del deseo de prevenir otro Holocausto, la Declaración Universal de Derechos Humanos continúa demostrando el poder de las ideas para cambiar el mundo. 

La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) fue adoptada el 10 de diciembre de 1948. Para marcar este aniversario, cada día durante los siguientes 30 días, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos publicará notas informativas para poner en perspectiva cada uno de los 30 artículos de la Declaración. Esta serie pretende mostrar lo lejos que se ha llegado y lo lejos que aún se tiene que llegar, así como honrar a aquellos que ayudaron a dar vida a estas emotivas aspiraciones. 

A pesar de que el mundo ha cambiado dramáticamente en 70 años – los redactores no previeron los retos de la privacidad digital, la inteligencia artificial o el cambio climático – su foco en la dignidad humana continúa proporcionando una sólida base para los conceptos de las libertades, siempre en evolución. 

Los ideales universales contenidos en los 30 artículos de la Declaración van desde lo más fundamental – el derecho a la vida – hasta  aquellos que hacen que la vida merezca la pena ser vivida, como los derechos a la alimentación, la educación, el trabajo, la salud y la libertad. Al recalcar la dignidad inherente de cada ser humano, su Preámbulo subraya que los derechos humanos son “la base de la libertad, la justicia y la paz en el mundo”. 

Con la memoria de ambas Guerras Mundiales y la Gran Depresión aún frescas en sus mentes, los redactores dejaron por escrito aquello que no debe hacerse a los seres humanos y lo que debe hacerse por ellos. 

El redactor chileno Hernán Santa Cruz comentó que los entonces 58 Estados miembros de la ONU habían acordado que los derechos humanos se derivaban del “hecho de existir” – no los otorgaba ningún Estado. Fue este reconocimiento, dijo, “lo que dio origen al derecho inalienable de vivir sin privaciones ni opresión, y a desarrollar completamente la propia personalidad.” 

Dado que son inherentes para todas las mujeres, hombres y niños, los derechos enumerados en los 30 artículos de la DUDH son indivisibles – son todos igualmente importantes y no pueden ser posicionados en ninguna jerarquía. Ningún derecho humano puede ejercerse completamente sin que se ejerzan todos los otros. Dicho de otra forma, la negación de un derecho dificulta el disfrute de los otros.  

La DUDH ofrece un legado maravilloso. Su carácter universal se ve reflejado en el hecho de que posee el récord Guinness mundial como documento más traducido – disponible en este momento en 512 lenguas, desde el abjasio al zulú. 

El documento presentado a la ONU en 1948 no fue el tratado vinculante detallado que algunos de los delegados esperaban. Al tratarse de una Declaración, fue una exposición de principios, con una notable ausencia de fórmulas jurídicas detalladas. Eleanor Roosevelt, primera Presidenta de la recién creada Comisión de Derechos Humanos de la ONU y viuda del presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, subrayó repetidamente la necesidad de contar con “un texto claro y breve, que pudiera ser entendido fácilmente por cualquier hombre o mujer”. Tardaron más de 18 años  en conseguir que los dos pactos internacionales vinculantes que dieron forma a los derechos humanos  a nivel global fueran adoptados: el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos fueron adoptados en 1966 y, junto con la Declaración, son conocidos como la Carta Internacional de Derechos Humanos.  

Durante estos 70 años, la DUDH ha impregnado virtualmente cada rincón del derecho internacional. Sus principios se encuentran en legislaciones nacionales, así como en importantes tratados regionales, y más de 90 Estados han consagrado su lenguaje y principios en sus Constituciones. Muchos tratados de la ONU, incluyendo aquellos sobre mujeres y niños, tortura y discriminación racial, se derivan de artículos específicos de la DUDH.  

Hoy en día, todos los Estados Miembros de la ONU han ratificado al menos uno de los nueve tratados internacionales fundamentales, y 80% han ratificado cuatro o más, otorgándole una expresión concreta a la universalidad de la DUDH y a los derechos humanos a nivel internacional.  

Dicho progreso a menudo ha sido el resultado de las luchas heroicas de quienes defienden los derechos humanos. “Los derechos humanos no son algo que se pone en la mesa para que la gente disfrute de ellos,” dijo Wangari Maathai, la ya fallecida activista medioambiental de Kenia y galardonada con el Nóbel. “Son cosas por las que luchas y luego proteges.”
Todo el texto de la DUDH fue redactado en menos de dos años, un consenso extraordinario alcanzado en un momento en el que el mundo había sido recientemente dividido entre los bloques del Este comunista y de Occidente, cuando los linchamientos aún eran habituales en Estados Unidos y el Apartheid se estaba consolidando en Sudáfrica. 

El entonces representante sirio ante la ONU declaró que la Declaración no fue el trabajo de la Asamblea General, sino “el logro de generaciones de seres humanos que habían trabajado con ese propósito.” 

Sin embargo, la tarea de cristalizarla en papel recayó en un pequeño grupo de redactores con conocimientos diversos, incluyendo al dramaturgo chino Chang Peng-Chun y al Dr. Charles Malik, filósofo y diplomático libanés. El hecho de que en documentos previos de la DUDH se transformara la palabra “hombre” en “todos” fue gracias a las mujeres delegadas, como Hansa Mehta, de la India, Minerva Bernardino, de la República Dominicana y Begum Shaista Ikramullah, de Pakistán.
El borrador final fue presentado a la Asamblea General, en una sesión nocturna en París, el 9 de diciembre de 1948, por un descendiente de esclavos, un delegado haitiano, Emil Saint-Lot. El borrador de la resolución sobre derechos humanos, dijo, fue “el esfuerzo más grande hecho hasta ahora por la humanidad para dar a la sociedad nuevos fundamentos legales y morales.” 

Incluso la sede de la Asamblea General para la sesión fue conmovedora. El Palacio de Chaillot fue el lugar desde el que Adolf Hitler había sido fotografiado, con la Torre Eiffel de fondo, durante su corta visita a la ciudad en 1940 – una imagen icónica de la Segunda Guerra Mundial. 

Al día siguiente, el 10 de diciembre (ahora celebrado anualmente como el Día de los Derechos Humanos), 58 países llevaron los derechos humanos al terreno del derecho internacional, ampliando las siete referencias a dicho término en la Carta fundacional de la ONU, que hizo de la promoción y la protección de los derechos humanos un propósito clave así como un principio de referencia de la organización.  

Los redactores examinaron alrededor de 50 constituciones contemporáneas para asegurar la inclusión de los derechos alrededor del mundo. Las Cuatro Libertades proclamadas por el presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt en 1941 también aportaron una gran fuente de inspiración. Fue él quien definió las libertades humanas esenciales, que incluían la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad de vivir sin privaciones y la libertad de vivir sin miedo, y explicó que “la libertad significa la supremacía de los derechos humanos en todas partes.” 

La DUDH hizo avanzar el concepto de los derechos, partiendo de los derechos restringidos a los ciudadanos (como en la Declaración francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789) hasta los derechos para los seres humanos, iguales para todos, pertenecieran a un determinado país o no. También repudió claramente la noción de que los Estados tuvieran absoluta libertad para hacer lo que quisieran con las personas en su territorio. En el Tribunal Militar de Nuremberg en 1945 y 1946, los líderes nazis mantenían que no podían ser declarados culpables del recién concebido concepto de “crímenes contra la humanidad” porque, en las palabras del adjunto de Hitler, Hermann Goering, “¡…ese era nuestro derecho! Éramos un Estado soberano y eso era un asunto estrictamente nuestro.” 

La elevación de los derechos humanos hasta ese nivel internacional significó que el comportamiento ya no se rige sólo por los estándares nacionales. Y desde la adopción de la DUDH, su principio central según el cual los derechos humanos no pueden ser dejados de lado para privilegiar cuestiones políticas o militares, ha sido asumido progresivamente no sólo en el derecho internacional, sino también por la red de legislaciones e instituciones regionales y nacionales en permanente expansión, incluyendo a aquellas establecidas por la Organización de Estados Americanos, la Unión Africana y Europa. 

Actualmente cada país es sometido a un escrutinio externo – un concepto que dio lugar al establecimiento de la Corte Penal Internacional en 1998, así como a los tribunales penales internacionales de la ONU y tribunales especiales para Ruanda, la antigua Yugoslavia, Sierra Leona, Líbano, Camboya y Timor Oriental. También ha habido un incremento importante en el número de expertos independientes de la ONU y comités que monitorean la implementación de los tratados internacionales clave de derechos humanos. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha establecido un sistema, conocido como Examen Periódico Universal, bajo el cual todos los Estados examinan la situación de los derechos humanos de los otros cada cinco años. 

Alabado como un documento vivo, la DUDH ha estimulado movimientos, como el que se opuso al Apartheid, y abrió la puerta a la elaboración de nuevos derechos, como el derecho al desarrollo. El listón sigue poniéndose más alto para algunos derechos enumerados en la DUDH, como el concepto de lo que constituye un juicio justo. Nuevos tratados de derechos humanos, como el de discapacidad, han sido redactados no sólo por expertos, sino con intervención directa de personas afectadas. 

Por otro lado, tras 70 años, el racismo, la discriminación y la intolerancia siguen estando entre los mayores retos de nuestro tiempo. Los derechos a la libertad de expresión, asociación y asamblea – indispensables para el funcionamiento de la sociedad civil – continúan siendo atacados en todas las regiones del mundo. A menudo los gobiernos están dispuestos a dejar a un lado o a pisotear derechos en pos de la seguridad, o para mantener el poder o la corrupción. A pesar de que los 193 Estados Miembros de la ONU han suscrito la Declaración, ninguno de ellos ha cumplido plenamente su promesa. Como observó Nelson Mandela ante la Asamblea General en su discurso conmemorativo del 50 aniversario de la DUDH en 1998, sus fracasos en cumplir dicha promesa “no son el resultado preestablecido de las fuerzas de la naturaleza o producto de la maldición de las deidades. Son la consecuencia de decisiones que toman o se niegan a tomar hombres y mujeres.” El resultado de mediocres liderazgos políticos, económicos o de otro tipo.  

Sin embargo, al mismo tiempo, la DUDH continúa proporcionando la base para un debate en asuntos nuevos y apremiantes, como el cambio climático, que “socava el disfrute de todos los derechos humanos – desde el derecho a la vida, a la alimentación, a la vivienda y a la salud,” en palabras de la antigua jefa de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, Mary Robinson. Además, los derechos  establecidos en la DUDH están en el corazón de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS), que buscan crear un mundo mejor para 2030, terminando con la pobreza y el hambre, entre otros.


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