El discurso xenófobo y antimigrante en la esfera política, los medios de comunicación y el debate público se ha convertido en algo habitual y a menudo se utiliza para obtener beneficios políticos, o como medio para aumentar las ventas y los ingresos publicitarios. Si bien dichos sentimientos rara vez representan la opinión mayoritaria sobre la migración, las voces fuertes en los márgenes de nuestras sociedades pueden desestimar las opiniones moderadas e influir en los responsables políticos para que adopten medidas migratorias cada vez más restrictivas. Las personas migrantes son vilipendiadas y utilizadas como chivos expiatorios de temores muy arraigados sobre el terrorismo, la delincuencia, el desempleo, los sistemas de bienestar y las incertidumbres de la globalización.