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Segundo seminario en cumplimiento de la Resolución 38/18 del Consejo de Derechos Humanos, “la contribución del Consejo de Derechos Humanos a la prevención de las violaciones de los derechos humanos”

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08 octubre 2019

Declaración en video de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet

8 de octubre de 2019

Hoy no puedo acompañarles físicamente en esta reunión, pero les aseguro que seguiré con sumo interés los resultados de sus debates.

La prevención de las vulneraciones y los abusos de derechos humanos es una tarea fundamental. Es una piedra angular de la labor que mi Oficina lleva a cabo, como también lo es para el Consejo de Derechos Humanos.

El mandato otorgado a los embajadores Stevens, De Greiff y Muiznieks ofrece una gran oportunidad para evaluar las contribuciones del Consejo a la prevención de las violaciones de derechos humanos. Entiendo que el primer seminario que tuvo lugar en abril pasado propició debates provechosos que permitieron que nuestros colegas levantaran un inventario de la labor preventiva realizada por el Consejo y sus mecanismos y que definiera las posibilidades futuras de acrecentar la repercusión de su trabajo.

Con el fin de lograr que estas repercusiones beneficien a todos, es preciso velar por que el conjunto del sistema de las Naciones Unidas se exprese y funcione de manera unánime, a través del pilar de paz y seguridad, el pilar de desarrollo, y una labor que abarque a los órganos de la Secretaría, los organismos especializados y todos los Equipos de País de las Naciones Unidas.

La Resolución 38/18 otorga a los embajadores Stevens, De Greiff y Muiznieks un mandato para examinar “la forma en que el Consejo de Derechos Humanos puede colaborar eficazmente con todos los pilares del sistema de las Naciones Unidas (…) con miras a mejorar la coherencia en todo el sistema y contribuir al sostenimiento de la paz y al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

La gente suele hablar de los “pilares” de las Naciones Unidas. Es una imagen sólida y apropiada, que hace hincapié en la importancia equivalente de la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos.

Pero esta imagen no logra expresar cabalmente la interconexión existente entre cada uno de estos “pilares”. En realidad, estos factores se apoyan mutuamente y están estrechamente vinculados.

El apoyo a los derechos humanos contribuye a reducir los agravios y, al abordar las causas profundas de los conflictos, fomenta la paz y la seguridad. La defensa de los derechos humanos, entre ellos el derecho a participar en la toma de decisiones, también promueve un desarrollo más integrador y sostenible. A su vez, este desarrollo integrador y sostenible es un elemento esencial de protección contra el estallido de conflictos, crisis y violaciones de derechos humanos. 

No podemos permitir que nuestras respuestas a los múltiples e interconectados problemas del mundo se solidifiquen en compartimientos estancos y se conviertan en obstáculos para la eficacia de nuestra labor. Solo mediante el aprovechamiento combinado de nuestras diversas competencias en el marco de una fuerza colectiva y coordinada podremos generar la máxima acción en la consecución de nuestras metas comunes.

A fin de evitar las vulneraciones de derechos humanos y proteger a las personas de los efectos que puede causar su transformación en crisis humanitarias, debemos velar por que los objetivos en materia de derechos humanos, el apoyo a los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos, así como el derecho al desarrollo, formen parte del núcleo principal de la labor de las Naciones Unidas.

Por ejemplo, el escrutinio de la ejecutoria de cada Estado en materia de derechos humanos que se efectúa mediante el EPU, las investigaciones que realizan los Procedimientos Especiales y las misiones de determinación de los hechos autorizadas por el Consejo –así como la labor de los órganos de tratados y de mi Oficina- contribuyen a detectar y desvelar problemas de derechos humanos que es preciso abordar a corto y medio plazo. Estos desafíos también pueden socavar a largo plazo la paz y el desarrollo. Los equipos y departamentos de las Naciones Unidas que trabajan sobre estos temas pueden asimismo beneficiarse de las recomendaciones que formulan esas entidades.

Este seminario ofrece además una oportunidad para volver a considerar hasta qué punto la Agenda 2030 puede contribuir, de manera muy práctica y concreta, a la prevención de las vulneraciones de derechos humanos y cómo el Consejo y sus mecanismos pueden notificar y vincular su labor de prevención a los demás agentes de las Naciones Unidas, en particular a los que operan sobre el terreno. 

Me complace saber que hoy están presentes también representantes de organizaciones regionales, instituciones nacionales de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales. Para alcanzar la mayor repercusión posible, necesitamos de estas perspectivas más amplias y de la experiencia real de quienes trabajan sobre el terreno.

Les deseo una reunión muy fructífera.


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