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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Ceremonia celebrada en la Oficina del ACNUDH en memoria de quienes han sido asesinados mientras trabajaban en pro de los derechos humanos

19 agosto 2019

Discurso de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet

19 de agosto de 2019

Querida Señora Vieira de Mello,
Excelentísimo Embajador Alkhateeb,
Estimados colegas:

Esta es una jornada solemne y dolorosa. Nos hemos congregado aquí para recordar a los 22 colegas que fallecieron en un atentado con explosivos realizado en Bagdad, hace ahora 16 años, y a muchos otros que perdieron la vida mientras trabajaban en pro de los derechos humanos.

Rendimos tributo al valor y el compromiso de todas las personas que se han dedicado a proteger las vidas de los demás y renovamos los lazos que nos unen como a una familia con valores y objetivos comunes. 

Nunca olvidaremos la abnegación y la dedicación de Sergio Vieira de Mello y su equipo, ni la de tantos otros miembros de nuestro personal que han resultado muertos o heridos ataques ocurridos en el mundo entero.

Nos acompañan en esta ceremonia, aquí y en otros lugares del mundo, numerosos supervivientes del ataque con explosivos contra el Hotel Canal: Mona Rishmawi; Shawbo Taher-Al-Talabani; Adam Abdelmoula; David Marshall, Dhafer Al Hussini y Carole Ray, que siempre guardarán luto por sus colegas fallecidos. Mis pensamientos se dirigen también a Laura Dolci Kanaan y su hijo Mattia-Sélim, que apenas tenía tres semanas de nacido cuando su padre fue asesinado. 

Los hombres y las mujeres de esta Oficina honramos el legado de quienes han caído y tratamos de imitar su ejemplo.

Hemos promovido la resolución pacífica de conflictos, el desarrollo sostenible, las libertades fundamentales y el Estado de Derecho. Hemos evitado el odio y la violencia.

Hemos salvado vidas.

Bien sé que a muchos de nosotros esta labor nos ha exigido sacrificios y dificultades, en contextos precarios y peligrosos.

Es preciso que hagamos cuanto esté a nuestro alcance para aligerar esa carga. Pero no podemos eliminarla totalmente: es parte intrínseca del trabajo que hemos elegido.

La protección de los derechos de las personas que corren el riesgo de padecer privaciones, discriminación, opresión y otras formas de injusticia, significa que debemos intervenir cuando están en peligro. Resistimos a su lado. Promovemos el cambio. Hasta es posible que tengamos que enfrentarnos a intereses poderosos e incluso a amenazas.

Al contribuir a corregir las injusticias que en el mundo sufren tantas personas –mujeres, hombres y niños- el personal de esta Oficina lleva a cabo una labor fundamental, coherente con nuestros principios.

Para muchos de nosotros, este es un trabajo de toda la vida –una oportunidad de transformar la vida de mucha gente y un regalo, que nos motiva y da sentido a nuestra existencia-. Sabemos que nuestro esfuerzo está encaminado a lograr una comunidad mundial más segura, igualitaria, pacífica y capaz de producir de manera sostenible.

Al realizar esta tarea, es posible que el personal del ACNUDH deba enfrentarse a situaciones peligrosas. Hace poco más de una semana, una bomba hizo explosión a las puertas de un supermercado de Bengasi (Libia) y causó la muerte de tres miembros del personal de las Naciones Unidas. Entre los heridos hubo un miembro del personal del Componente de Derechos Humanos de la Misión de Mantenimiento de la Paz. Quiero reiterar aquí mi más sentido pésame a las familias de las víctimas y desear un rápido restablecimiento a los heridos.

En nuestra función de dirigentes y gestores, tenemos que hacer todo lo posible para minimizar el peligro. Tenemos el deber de protegerles a todos ustedes de los daños que pueden derivarse tanto de las agresiones físicas como de los traumas emocionales, lo mismo si se encuentran aquí en Ginebra que en misiones fuera de la sede. 

La labor que ustedes realizan y las competencias que poseen son muy valiosas para nosotros. Ustedes son muy valiosos para nosotros.

Las Naciones Unidas nos piden que demos lo mejor de nosotros mismos en nuestra labor. Pero también tenemos el deber de cuidar lo más posible a nuestros colegas. Yo he contraído el compromiso de garantizar que ustedes disponen de los cuidados y consejos adecuados –libres de todo estigma- para ayudarles en la recuperación y la solución de traumas, y de apoyar su bienestar, de manera que todos podamos proseguir con nuestro trabajo, tan difícil como valioso. 

También quiero decirles hoy que me siendo muy conmovida y muy orgullosa del valor y la dedicación que tantos de ustedes han demostrado.

Al congregarnos aquí en memoria de nuestros colegas fallecidos, les agradezco a todos ustedes los servicios prestados. 

Gracias Annie, gracias Embajador, por acompañarnos en esta ocasión. Espero que de esta simbólica representación de la pena interminable que sufrimos por estas pérdidas, podamos extraer la fuerza que nos permita renovar nuestro compromiso con la construcción de un mundo en el que la violencia deje paso al respeto de los derechos humanos, la dignidad humana, la igualdad y la justicia.


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