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Jóvenes en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático piden atención a los derechos de los niños

09 marzo 2017

Su campaña para salvar el planeta comenzó a la edad de ocho años, cuando plantó su primer árbol, empezó a recoger latas para el reciclado y a alentar a otros niños a que siguieran su ejemplo.

Desde entonces, la joven activista del medio ambiente Kehkashan Basu ha emprendido muchas otras iniciativas para combatir el cambio climático. A los once años de edad asistió a la Cumbre de la Tierra Río+20 de las Naciones Unidas y se sintió decepcionada al ver que en esa reunión mundial tan sólo había un puñado de niños. Cuando regresó a su hogar en Dubai, Kehkashan creó la Fundación Green Hope, que ha realizado operaciones de limpieza y campañas de sensibilización en relación con el cambio climático. La gestión de la fundación está completamente en manos de los niños y la institución se precia de contar con más de 1.000 miembros y voluntarios en diez países.

“Establecí esta fundación para dar a los jóvenes una plataforma donde reunirse y emprender iniciativas con miras a atenuar el cambio climático y definir nuestro propio destino”, explica Kehkashan. “Porque se trata de nuestro futuro. Por eso los jóvenes tenemos que desempeñar una función de liderazgo. A nosotros nos corresponde dar al futuro la forma que deseamos”.

En su intervención en una mesa redonda celebrada durante el 34º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Kehkashan Basu instó a los delegados a que contribuyeran a asegurar el futuro para ella misma y para las generaciones venideras.

“Nosotros somos los ciudadanos de mañana. Pero no viviremos para ver ese mañana si nadie cuida nuestro presente”, afirmó.

Kehkashan se esforzó por transmitir a los adultos presentes en la sala la idea de que la necesidad de actuar es perentoria. “El tiempo no está de nuestra parte”, dijo. “Los casquetes polares se derriten, sube el nivel del mar, los tifones y huracanes causan enormes daños, los incendios forestales ennegrecen el cielo y las economías basadas en el uso de combustibles fósiles están convirtiendo a nuestras ciudades en auténticas cámaras de gas”.

Al subrayar los efectos nocivos que el cambio climático ejerce sobre los niños, otros oradores hicieron hincapié en la importancia de realizar iniciativas de atenuación y adaptación al cambio climático centradas en la infancia.

“No hay grupo humano más vulnerable al daño medioambiental que los menores de edad, de modo que, en este ámbito, los Estados tienen una obligación aun mayor hacia los niños”, declaró la Sra. Kirsten Sandberg, miembro del Comité de los derechos del niño de las Naciones Unidas. “Ya es hora de que dispongamos de una estrategia para afrontar el cambio climático basada en los intereses de los niños”. 

El cambio climático contribuye a aumentar la frecuencia y la intensidad de los desastres meteorológicos y las amenazas a la salud y la supervivencia de los niños que plantean los fenómenos meteorológicos extremos ponen de relieve la necesidad de aplicar una estrategia para afrontar el cambio climático basada en los intereses de la infancia. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se calcula que unos 500 millones de niños viven en zonas propensas a inundaciones, 160 millones están expuestos a la sequía y otros 160 millones pueden ser víctimas de ciclones tropicales. Las repercusiones del cambio climático sobre la seguridad alimentaria y las enfermedades transmitidas por vectores biológicos, tales como el paludismo y el dengue, también plantean riesgos especiales a los niños, que son más vulnerables que los adultos, ya que sus sistemas inmunitarios están menos desarrollados.

“Debemos tener una estrategia de lucha contra el cambio climático basada en los derechos humanos, a fin de garantizar una respuesta eficaz”, expresó la Sra. Peggy Hicks, directora principal en la Oficina del ACNUDH. “Esto exige el empoderamiento de los niños en tanto que agentes del cambio, la prestación de una educación adecuada para que puedan hacer frente a los retos climáticos del futuro y la atención e integración de sus opiniones, para que éstas den forma e inspiren la adopción de decisiones más eficaces”.

9 de marzo de 2017